Los retos del próximo presidente


La creciente inseguridad y la mala distribución de la riqueza, que hace de Panamá uno de los paí­ses más injustos del continente, serán algunos de los grandes retos que le esperan al próximo presidente que salga de las urnas el domingo.


Para el 47,2% de los panameños, la inseguridad, el crimen y la violencia constituyen el principal problema en un paí­s donde el número de homicidios pasó de 444 en 2007 a 593 en 2008 (uno cada 14 horas) y en lo que va de este año, las cifras van camino de superar registros anteriores, según informes de la Fiscalí­a.

«El 42% de los homicidios tienen relación con el narcotráfico y las pugnas entre pandillas», dijo a AFP Rodrigo Cigarruista, viceministro de Seguridad Pública.

No en vano, Panamá, al igual que el resto de América Central, se está convirtiendo en paso obligado de la droga que va a Estados Unidos desde Sudamérica.

Las recientes muertes del director del Instituto Nacional de Cultura, Anel Omar Rodrí­guez -que hizo llorar al propio presidente Martí­n Torrijos-, al ser sorprendido en un cruce de disparos durante un atraco en pleno centro de la capital y del empresario español Manuel Machí­n Ramos, asesinado para robarle su vehí­culo, sacudieron a los panameños.

Y la inseguridad parece un problema de difí­cil solución a juzgar por los 4 titulares que se han sucedido en el ministerio de Gobernación y Justicia y otros tantos directores en la Policí­a en el gobierno de Torrijos.

Ambos candidatos a la presidencia, tanto el lí­der de los sondeos, el empresario multimillonario Ricardo Martinelli (derecha), como la oficialista Balbina Herrera (socialdemócrata), son partidarios de las polí­ticas de «mano dura» para solucionar este problema.

Herrera incluso quiere imponer visados para los colombianos y mexicanos, para impedir que el sicariato entre en el paí­s.

La pobreza es otra de las asignaturas pendientes que dejará el gobierno de Martí­n Torrijos a cualquiera de los dos candidatos en liza que ocupe el Palacio de las Garzas, en el centro histórico de Panamá.

Pese al crecimiento del PIB, de hasta dos dí­gitos, que ha registrado Panamá en los últimos años y a la reducción de 8 puntos porcentuales del número de pobres, el 28,6% de los panameños, sobre todo los indí­genas y los de las zonas rurales, siguen viviendo en la pobreza y el 11,7% en la pobreza extrema, según la CEPAL.

Eso, en un paí­s donde el desempleo se situó en 2008 en el 5,6% y se espera que para este año siga bajando, aunque cerca del 40% de los trabajos son en el sector informal de la economí­a.

«La pobreza y el reparto de la riqueza va a seguir siendo un desafí­o para el próximo gobierno, especialmente en las áreas indí­genas y zonas rurales», dijo a AFP Paulina Franceschi, Coordinadora de los últimos tres Informes de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Panamá.

Franceschi cree que la propia estructura económica centrada principalmente en la capital y en el sector servicios facilita la pobreza, por lo que sugirió al nuevo gobierno «diversificar los sectores económicos y llevarlos también al interior del paí­s».

Según la CEPAL, el 40% de las familias de menores recursos concentró el 10,4% del ingreso total, mientras que el 10% más rico captó el 38,6%, convirtiendo a Panamá en el quinto paí­s más desigual de la región.

«El nuevo gobierno va a necesitar una gran habilidad para establecer consensos y acuerdos entre diversos agentes económicos y sociales para mejorar la situación de pobreza en el paí­s» y no aprovechar la crisis para recortar el gasto social, dijo a AFP Horacio Estribí­, asesor presidencial y magister de Economí­a por la Universidad de Harvard.