Cada día que pasa se aclara más el panorama de quien parece estar detrás del problema que quieren hacer del Renap, pero no creo que el Presidente lo sepa, pues no sabía que en Guatemala existía un problema serio por la violencia, mucho menos va a saber algo que se pudiera estar discutiendo tras bambalinas, en el patio trasero de alguna entidad gubernamental.
Todo esto me viene pareciendo algo igual de lo que sucedió en el gobierno de Arbenz, que mientras él se reunía con ministros para planificar el desarrollo del país, la señora Villanova de Arbenz se reunía atrás de la casa presidencial con Víctor Manuel Gutiérrez, Fortuny y Carlos Pellecer, para penetrar las escuelas de secundaria y que los alumnos tomaran el control de los establecimientos.
Con todo lo que se ha dicho y se ha hecho y la forma como se van desarrollando las cosas, creo que aquí hay alguien atrás de todo esto y no precisamente del crimen organizado por decirlo así, sino de alguien que pareciera estar enfocando su mira hacia las próximas elecciones y no le importa que se vea en peligro la seguridad y que la violencia siga campeando en todo el país.
Que le puede afectar a un ciudadano común y corriente que el Renap esté en poder de las alcaldías, las iglesias o el gobierno, si lo que interesa es el registro y no quien los registra. Los más interesados en que no se consolide un sistema de identificación serían, los partidos que estén en el gobierno con la esperanza de prorrogar su mandato, pues los demás entes no tienen la capacidad de movilización para hacerlo. Ya no tarda en llegar al Congreso alguien o algún delegado, para suplicar que por la tranquilidad del país, que los diputados autoricen una prórroga indefinida y que sigue en firme el ofrecimiento de los sobrantes de Mi Familia Progresa.
Ojalá que si las cosas se agravan y hay muertos, no vayan a ser procesados los oficiales, que aunque tienen que evitar cualquier exceso, no se pueden dejar matar. Que se acuerde el Ejército que este gobierno en la fidelidad que le debe a los subalternos, ya les metió la guerrilla hasta en la cocina.