Los proyectos de Muadi


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Hay noticias que instintivamente provocan molestia y hacen que los ánimos se enciendan. Son esos impulsos del “thanatos” que conducen a la destrucción y al odio. El horror del escándalo. La noticia que provocó la ira esta mañana es esa de que el presidente del Congreso, Pedro Muadi, tiene intención de comprar cámaras, tableros y canal de televisión. Tres proyectos que costarán unos 40 millones de quetzales a Guatemala.

Eduardo Blandón


El legislador atenúa la enorme inversión indicando que el Congreso tiene ahorrado 70 millones y que los fondos pueden agenciarse a través de donaciones. Además, esto no lo dice, pero es parte de sus disculpas, el congresista anuló recientemente 13 concursos que contemplaban la compra de equipos de aire acondicionado, refrigeradoras, cajas de agua, fotocopiadoras y muebles para oficina.

¿Se justifica el mal momento? Sí y no. Por una parte, si uno considera el gasto y piensa en los legisladores uno diría que es una inversión basura. Por principio nada bueno puede provenir de los padres de la Patria. Está demostrado hasta la saciedad no solo el peso de ese grupo de holgazanes (salvo excepciones honrosas), sino la corruptela que cocinan con frecuencia y con tan buen sentido del gusto y la exquisitez.

El Estado debería poner atención a ese grupo de embusteros y estar pendiente de cada centavo gastado. Si de una institución debe estar “ojo al Cristo” la Contraloría General de la Nación, es de ese ente que hace que la reputación del oficio político esté por los suelos. Por otro lado, es curioso lo de Muadi, nomás llega y ya piensa gastar a manos llenas. Típico personaje proveniente del sector privado (el hipócrita, me refiero a ellos), crítico del Estado, pero vividor de sus tetas.

La sensatez también sugiere que, independientemente de los embajadores de la politiquería, hay que avanzar hacia la modernización del Estado y esto pasa por hacer inversiones en beneficio de la infraestructura que soporta la vida política. No hay que ser pichicatos ni tener visión de enanos, debemos construir a lo grande articulando las acciones para que no parezcan obras de francotiradores.

Desafortunadamente la construcción del país pasa ahora a través de gente no solo con poca imaginación, sin conocimientos mínimos de arquitectura política ni ambiciones al servicio de la nación, sino de bandoleros egoístas que se promocionan con fines exclusivamente de lucro. Pero esto no debe impedir que a pesar de ellos demos pasos y caminemos firmes para superarnos. Aquí sería ideal que se cumpliera aquello de que “Dios escribe recto en renglones torcidos”.