Rio de Janeiro hizo historia ayer al ser elegida sede de los Juegos Olímpicos de 2016, que por primera vez tendrán lugar en América del Sur, después de derrotar a Madrid en la votación final de los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) en Copenhague.
«Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2016 serán organizados por Rio de Janeiro», declaró el presidente del COI, Jacques Rogge, desatando el júbilo de la delegación de Rio, que ganó en la tercera y última ronda de la votación a Madrid por 66 votos a 32 tras la sorpresiva derrota de Chicago y la de Tokio.
«Â¡Estoy tan feliz, tan feliz, tan feliz!», decía el legendario ex futbolista Pelé sin poder contener las lágrimas, igual que el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, gran impulsor del proyecto, mientras en la playa carioca de Copacabana una multitud enfervorizada celebraba la victoria a ritmo de samba.
Rio, que escribe así una nueva página en la historia de todo un continente, basaba su candidatura en el gran apoyo popular, así como en la experiencia de los exitosos Juegos Panamericanos de 2007 y del Mundial de futbol 2014, que Brasil celebrará tan sólo dos años antes.
Hasta ahora sólo tres países, Alemania, con los Juegos de Múnich-1972 y el Mundial-1974, México, con los Juegos de 1968 y el Mundial de 1970, y Estados Unidos, con el Mundial-1994 y los Juegos-1996 de Atlanta, habían organizado las dos citas más importantes en el mundo del deporte de forma consecutiva.
Contra todos los pronósticos, después de la estelar aparición del presidente estadounidense Barack Obama, Chicago, considerada favorita junto a Rio, cayó en la primera ronda de la votación al obtener el menor número de votos, seguida por Tokio, con lo que la candidatura carioca y la española alcanzaron la final.
Fue la «cidade maravilhosa» la que se llevó el «gato al agua» tras una intensa campaña de «lobby» en Copenhague, liderada por Lula y Pelé, para reclamar que los Juegos Olímpicos fueran «universales» llegando también a Sudamérica.
«Este pueblo merecía esa oportunidad», decía Lula, incapaz de tomar la palabra en la conferencia de prensa a causa de la emoción. «Por haber sido colonizados teníamos la manía de ser pequeños, de no ser importantes», añadió, recordando que toda la expectación que rodeó la visita de Obama no sirvió para ganar.
«Es tal vez el día más emocionante de mi vida. Empezaré a trabajar por los Juegos Olímpicos mañana, no pasado mañana, sino mañana mismo», prometió.
El argumento continental caló hondo entre los miembros del COI, que hicieron una apuesta arriesgada al conceder los Juegos a una de las ciudades más violentas del mundo, con un índice récord de violencia, pero con argumentos convincentes.
La metrópolis carioca, con argumentos de peso como sus playas de ensueño, su famoso Carnaval y la pasión por el deporte de los brasileños como atractivos turísticos, había fracasado en sus dos intentos anteriores por albergar los Juegos de 2004 y de 2012.
Los grandes perdedores fueron sin duda Chicago y Obama, en cuya presencia en Copenhague decidida a última hora recaían muchas de las esperanzas de la «ciudad del viento».
El presidente de Estados Unidos abandonó Dinamarca después de participar en la presentación para defender a su feudo sin ser testigo de la votación final y, a su llegada a la Casa Blanca, felicitó a los ganadores.
«Quiero felicitar a Rio de Janeiro y a la nación de Brasil por ganar los Juegos Olímpicos 2016. Creo que es algo realmente histórico y serán los primeros Juegos Olímpicos celebrados jamás en Sudamérica», declaró.
Tokio, durante mucho tiempo en cabeza de los pronósticos por su buen proyecto técnico y unas garantías financieras públicas que eran el quebradero de cabeza de Chicago, llegó a la votación sin demasiadas opciones de repetir Juegos tras los de 1964.
Madrid, que competía por tercera vez y por segunda consecutiva tras perder los de 2012 ante Londres, convenció a muchos delegados con su entusiasmo y sus estrellas deportivas para llegar a la final, pese a las escasas posibilidades de que Europa volviera a ser elegida, y así a la tercera tampoco fue la vencida.
La elección de Rio de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos de 2016 es resultado de una campaña, como otras que Brasil impulsa, por un lugar de peso en la ONU o por un acuerdo climático global y, al igual que esas iniciativas, contribuye a reposicionar al país en el mundo.
Ahora Brasil, que es una potencia futbolística con cinco Copas del Mundo en su haber y que hace un culto del deporte, tendrá la oportunidad, por primera vez en América del Sur, de organizar una justa olímpica, luego de una campaña en la que desde el presidente Luiz Inacio Lula da Silva hacia abajo, las autoridades no se cansaron de repetir el eslogan: «Este es el turno de Brasil».
«Brasil precisaba de estas olimpíadas», «este pueblo merecía esa oportunidad», dijo Lula, quien tiene más de 80% de popularidad en su séptimo año de mandato, en sus primeras palabras en Copenhague, luego de recibir del Comité Olímpico Internacional (COI) la noticia sobre la elección de Rio para 2016.
Lula, que ya contribuyó a conseguir la Copa del Mundo 2014 para su país, ha impulsado a Brasil junto a su canciller, Celso Amorim, a formar parte de los grandes debates internacionales y a posicionarse como el gran articulador entre naciones ricas y emergentes, estimó el experto en Relaciones Internacionales Amado Cervo, en diálogo con la AFP.
La elección de Rio de Janeiro «no es suficiente, pero ayuda en la creación de imagen positiva de un país que tiene recursos» y que «se proyecta internacionalmente», estimó.
«Lula hizo un trabajo muy importante en tres frentes externos» dijo Cervo, quien enumeró «el área multilateral»; la «internacionalización de la economía brasileña», fomentando inversiones de empresarios locales en el exterior; y la «articulación con los países» emergentes.
La «existencia» y «evolución» del G4 o BRICs (grupo formado por Brasil, Rusia, India y China, cuatro de las mayores economías mundiales) «fue en buena medida una consecuencia de la voluntad política del gobierno de Lula», ejemplificó Cervo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Brasilia.
Para Lula en tanto, los Juegos darán a Brasil una noción de su dimensión en el mundo. «Siempre pensé que había una cosa que le faltaba a Brasil. (…) Por haber sido colonizados teníamos la manía de ser pequeños, de no ser importantes», sostuvo el viernes el mandatario, quien suele decir que el país, décima economía mundial y con 190 millones de habitantes, está conquistando el lugar que le corresponde.
Amigo tanto de Estados Unidos como de Irán, Venezuela o Libia, Brasil comenzó rápidamente a recibir las felicitaciones de vecinos, socios y también de sus rivales en la competencia.
Desde el presidente estadounidense Barack Obama, que apoyaba a su cuna política Chicago como candidata, pasando por el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, la presidenta chilena Michele Bachelet, hasta el venezolano Hugo Chávez, Brasil está cosechando buenos augurios de cara al enorme desafío que le espera si quiere organizar con éxito los Juegos Olímpicos.
Este país, que aspira a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y que fue en buena medida el gran impulsor de una institucionalización del G20 como foro global, deberá subsanar enormes problemas de pobreza, violencia e infraestructura que enfrenta Rio de Janeiro en apenas seis años.
El gobierno federal dio al COI garantías económicas de apoyo a la ciudad, que requerirá inversiones multimillonarias para construir desde hoteles (Rio tiene menos de la mitad de las plazas exigidas por el COI) hasta nuevas vías de transporte en una ciudad con una circulación absolutamente caótica.
Parte de ese camino lo hará Rio de cara a 2014, cuando será una de las sedes de la Copa del Mundo de fútbol.
Pero le quedará un desafío mayor: la seguridad, en una ciudad que es tan conocida por sus paisajes de tarjeta postal como por su violencia endémica, que el año pasado se cobró la vida de 6.000 personas sólo en casos de asesinatos.
Lula apuesta al trabajo para superar el desafío. «Empezaré a trabajar por los Juegos Olímpicos mañana, no pasado mañana, sino mañana mismo», prometió.
La elección de Rio de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos de 2016 estimulará la economía brasileña en los próximos años y constituye un reconocimiento a una de las mayores economías emergentes mundiales, aseguró este sábado el ministro de hacienda del país, Guido Mantega.
«Brasil tendrá mucha inversión, mucha actividad económica y recaudará más recursos» gracias a los Juegos Olímpicos, explicó Mantega en una rueda de prensa en Estambul, donde participa en la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI).
«Es el reconocimiento de que la economía brasileña muestra resultados más positivos y está creciendo más. También va a realimentar el proceso de crecimiento de Brasil. Lo va estimular todavía más», añadió.
El ministro subrayó que la elección de Rio-2016 tendrá varias ventajas para el país: «Vamos a tener que crear una infraestructura, se van a hacer inversiones y atraer inversiones extranjeras, por lo que la economía se va a mover positivamente».
Los Juegos Olímpicos también tendrán repercusiones positivas para el sector turístico con la previsible llegada de inversiones privadas: «Brasil va ser más conocido y la infraestructura turística será mejor, con la construcción de hoteles», explicó.
En sus previsiones publicadas el jueves, el FMI subrayó que Brasil lidera la recuperación económica de América Latina, al sufrir una moderada contracción este año de -0,7% y crecer al ritmo de 3,5% en 2010.
El Comité Olímpico Internacional (COI) eligió este viernes en Copenhague a Rio de Janeiro como sede de los Juegos de 2016.
El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, exultante tras recibir en Copenhague la excelente noticia de que Río acogerá los Juegos Olímpicos de 2016, prosigue el sábado su gira europea en Bélgica antes de una cumbre con la UE, prevista el martes en Estocolmo.
Sin apenas tiempo para festejos, Lula se rodeará de cuatro de sus ministros -Exteriores, Industria, Puertos y Comunicación- y de una nutrida delegación empresarial para iniciar el domingo una visita de dos días a Bruselas, adonde fue invitado por el rey belga, Alberto II.
El martes, el mandatario mantendrá en Estocolmo la tercera cumbre entre la Unión Europea (UE) y Brasil desde la creación de su asociación estratégica en 2007, un tipo de cita que los europeos celebran anualmente con sus grandes aliados como Estados Unidos, China o India.
El primer ministro sueco y presidente de turno de los 27, Fredrik Reinfeldt, será el anfitrión de la cita, que girará en torno a dos asuntos apremiantes: la lucha contra el cambio climático y la crisis económica mundial.
«Vamos a retomar los asuntos de la cumbre del G20 en Pittsburgh», celebrada a fines de septiembre en esa ciudad de Estados Unidos, donde Lula presentó un documento firmado por casi un centenar de países en desarrollo que denuncia el proteccionismo comercial, explicaron a la AFP fuentes de la presidencia sueca.
Los dirigentes, acompañados por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, destacarán «la necesidad de mantener abiertos los mercados y evitar medidas proteccionistas», señalaron las fuentes.
En este sentido, se pronunciarán a favor de reanudar cuanto antes la Ronda de Doha de liberalización del comercio mundial, en tanto que descartan por ahora retomar las negociaciones para un acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
«En lo inmediato, ni nosotros ni los países del Mercosur tenemos la intención de lanzar de manera formal la negociaciones comerciales», dijo el jefe de la delegación de la Comisión Europea en Montevideo, Geoffrey Barrett, aduciendo que culminar la Ronda de Doha «sigue siendo una prioridad absoluta» para ambas regiones.
La presidencia sueca de la UE hará hincapié por otro lado en la necesidad de avanzar en las arduas negociaciones de cara a la próxima conferencia sobre el cambio climático, llamada a alumbrar en diciembre en Copenhague un ambicioso compromiso de la comunidad internacional.
Reinfeldt «querrá saber hasta qué punto Brasil está comprometido y qué es lo que está haciendo a nivel nacional» para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, dijeron las fuentes.
Sobre la mesa, la UE exhibe su promesa de reducir un 20% sus emisiones de dióxido de carbono para 2020 con respecto a los niveles de 1990 y está dispuesta a elevar al 30% ese porcentaje si la siguen las demás potencias industrializadas.
Brasil, por ahora, no ha avanzado ningún meta de reducción de emisiones, pero se muestra resuelto a subirse al tren contra el calentamiento planetario si los países ricos llegan por su parte a un compromiso.
El gobierno brasileño «está dispuesto a discutir metas y compromisos; no huiremos de la responsabilidad», aseguró el mes pasado Lula en una entrevista con la AFP.
Su país es considerado el cuarto mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, principalmente debido a la deforestación de la Amazonia, la mayor selva tropical del planeta.
Al margen de la cumbre, Reinfeldt y Lula mantendrán paralelamente una reunión a nivel bilateral para pasar revista a las relaciones comerciales e inversiones entre ambos países.
En Bélgica, el mandatario brasileño tiene previsto firmar el domingo con el jefe de gobierno, Herman Van Rompuy, varios acuerdos de índole social y política; el lunes, almorzará con el rey Alberto II y asistirá a un seminario de empresarios brasileños y belgas.
En 2008, el intercambio comercial entre Brasil y Bélgica totalizó 6.000 millones de dólares, un incremento del 20% respecto al año anterior.
Por otro lado, Brasil es el décimo socio comercial de la UE, que en los primeros seis meses de 2009 registró un déficit comercial respecto al gigante latinoamericano de 4.800 millones de dólares.
Según datos oficiales del país sudamericano, las exportaciones brasileñas a la UE totalizaron 25.091 millones de dólares en el periodo enero-septiembre de este año (un 22,4% de la facturación total), en tanto que las importaciones procedentes de los 27 países de la UE llegaron a 20.726 millones de dólares (22,9% del total de las importaciones).