El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha conseguido en cien días de gobierno agitar los ánimos de países como Honduras, Costa Rica y Colombia, donde mantiene contenciosos territoriales, mientras fortalece la alianza con su homólogo venezolano Hugo Chávez.
De todos los vecinos, Costa Rica y su presidente, el premio Nobel de la Paz, í“scar Arias, precisamente por su papel en la pacificación centroamericana, se han convertido en blancos frecuentes de Ortega.
El presidente nicaragí¼ense ha puesto, incluso, en duda los méritos de su homólogo costarricense para recibir el preciado galardón.
La reacción de Costa Rica no se hizo esperar y la Cancillería a través de un comunicado respondió a Ortega que «el mérito de conseguir que los jóvenes tuviesen otra alternativa que no fuera el fusil y la muerte, es de los propios pueblos centroamericanos con su clamor de detener la irracional confrontación».
Tampoco sentaron bien en la otra orilla del Río San Juan, por el cual los dos países mantienen un histórico contencioso, unas declaraciones de Ortega en las que acusaba a Costa Rica de invadir aguas territoriales nicaragí¼enses y de aliarse con Colombia para sustraerle territorio a su país.
Arias le respondió utilizando una enseñanza pacifista aprendida de sus abuelos: «dos no riñen si uno no quiere».
En el cesto de los agravios también están las dudas de Ortega sobre la imparcialidad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a la hora de desestimar una demanda de Managua por supuesta discriminación en Costa Rica de inmigrantes nicaragí¼enses, la mayor comunidad extranjera del país, con cerca de medio millón de personas.
El incidente más reciente se remonta al 10 de abril, con la captura de una embarcación ’tica’ por la fuerza naval ’nica’ en aguas que reclaman como propias ambos países, cuyos límites marítimos no están fijados.
Pero no sólo Costa Rica ha estado en la mira de Ortega en estos tres meses largos de gobierno. Las relaciones con Honduras, país con el que Nicaragua mantiene un conflicto territorial, también han sufrido fricciones después de la negativa de Ortega a destruir unos viejos misiles alegando que Tegucigalpa se estaba rearmando con la compra de aviones de vigilancia.
Colombia tampoco ha escapado a los reproches de Ortega, molesto por la presencia colombiana en el Plan Puebla Panamá que promueve México para fortalecer la integración regional.
Ex diplomáticos nicaragí¼enses consideran que el gobierno sandinista carece de una estrategia de política exterior y más bien está marcado por la «retórica», situaciones coyunturales y rivalidades de parte de Ortega.
«Es preocupante» la falta de un diseño de la política exterior en la que se definan las prioridades de Nicaragua en sus relaciones con otros países, estimó el ex embajador nicaragí¼ense en Washington en la primera administración de Ortega, Carlos Tunnerman.
Aunque el ex diplomático valoró positivo que Nicaragua tenga relaciones con todo el mundo, estimó conveniente evitar caer en un eje de confrontación que arriesgue su estabilidad.
Por su parte el ex vice canciller Víctor Hugo Tinoco, manifestó que se advierte la falta de estrategia en política exterior una tendencia a ser muy coyuntural y a responder a rivalidades políticas.
Mientras tanto, Ortega mantiene una estrecha relación con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con cuya cooperación cuenta para desarrollar proyectos de carácter socioeconómico, aunque hasta el momento nadie sabe si Managua está pagando algún precio por ello.
«Cuando la oposición empieza a preguntar siempre se sale por la tangente», aseguró un diplomático en Managua.
Tras su llegada al gobierno, Ortega adhirió a Nicaragua al proyecto de la Alternativa Boliviariana para las Américas (ALBA), que entre otras acciones se plantea la construcción de una refinería cuyo costo se estima en 2,5 millones de dólares.