Los pozos petroleros


Hace ya varios años, no recuerdo la fecha, trabajando en Nuestro Diario, el original, fuimos invitados periodistas de diferentes medios de comunicación para conocer los trabajos de perforación del primer pozo petrolí­fero en Chinajá, Alta Verapaz.

José Antonio Garcí­a Urrea

Recuerdo que salí­a un chorro grande que se derramaba hacia un barranco cercano. El encargado de la exploración, un norteamericano él, informó que era pozo eminentemente productivo, de capacidad comercial. Al preguntársele si se iba a explotar dijo que no, que se clausurarí­a. La otra pregunta fue: ¿lo van a dejar así­ para más adelante? No. ¿Qué se va a hacer entonces? Sellarlo. ¿Lo van abrir de nuevo? No, este ya no se puede. ¿Entonces? Se va a tener como reserva. No dijo de quien. Agregó que se perforarí­an en otros sitios, pues el manto tení­a una gran extensión.

Más adelante trabajando yo en el Ministerio de Economí­a fuimos a Rubelsanto, también de Baja Verapaz, pues vinieron unos altos jeques petroleros para ver si la producción merecí­a instalar un oleoducto y una refinerí­a, el primero se instaló, pero la segunda no. Ellos corroboraron que la capacidad de producción era suficientemente comercial. En esa ocasión tuve oportunidad de almorzar el estilo jeque.

Por otra parte, se instaló una gran computadora que sacaba una cinta como de electrocardiograma en la cual iba describiendo al paso del taladro la calidad de metales del subsuelo; el técnico dijo que aquí­ habí­a mucho mineral de calidad. y agregó, que a nivel mundial, solo habí­a tres de esas computadoras. Esto es como un dato.

Como anécdota, recuerdo que cuando í­bamos de regreso, en un jeep, encontramos retén de soldados, que bajo ese sol caliente y el olor a petróleo, marchaban diciendo: «este camino es corto, este camino es corto, este camino es corto.» Si el recorrido en el jeep fue largo, ¿cómo lo serí­a para ellos a pie?

GOTITA: ¿Cómo será eso de que se regala gratis?