Los pobres constructores


Editorial_LH

Esta mañana una columna de opinión del experimentado periodista Mario Antonio Sandoval dice que “la perspectiva de quienes necesitan cobrar el dinero, también se debe tomar en cuenta. Construir obras en Guatemala constituye muchas veces un riesgo terrible; comisiones bajo la mesa, es decir mordidas, cada vez mayores en tamaño y en número. Esa es una de las causas de la generalmente escasa vida útil, porque se reduce la calidad de los materiales para poder cumplir con los chantajistas parapetados en las oficinas públicas.”


Resaltamos la larga experiencia del columnista porque algún novato podría caer en el error de creer que la corrupción es un vicio de una vía y que los funcionarios y políticos son los únicos corruptos que extorsionan a “los pobres contratistas” que no tienen más remedio que construir mamarrachos para que les quede dinero suficiente para pagar las mordidas. Pero alguien con experiencia tiene que saber que la corrupción es un negocio de doble vía y que lo mismo es pecar por la paga o pagar por pecar. Eso de indefensos empresarios que se tienen que resignar a reducir la calidad de sus obras para cumplir con el pago de mordidas son puras tortas y pan pintado porque nadie entra al juego sin saber las reglas que son ampliamente conocidas en Guatemala.
 
 Cuesta creer que a estas alturas y con las evidencias existentes, todavía pueda haber gente con tanta experiencia que cree que los contratos públicos son una especie de contratos de adhesión. Gente que no sepa que muchos de esos “pobres contratistas” son los que financiaron las campañas políticas precisamente para asegurarse colazo en el juego de la corrupción con las reglas ya establecidas.
 La mala calidad de las obras es parte del negocio y de la estafa que políticos y contratistas le hacen al pueblo de Guatemala. No hay tales de que les estén quitando un dulce de la boca a los niños representados en los constructores que, según la tesis, terminan obligados a hacer cosas malas, a estafar al país, por su buena fe y porque no saben el riesgo que corren. Mamolas, aquí todo el mundo sabe las reglas y no hay riesgos encubiertos que puedan considerarse sorpresivos. Los contratistas saben que pagarán mordida de entrada y que luego deberán pagar más para agilizar el cobro. Todo eso está presupuestado e incluido en el costo del proyecto, además de una jugosa ganancia. Inconformes con eso, todavía hacen obras de mala calidad para aumentar la ganancia sabiendo que, como entre bomberos no se apachan la manguera, nadie reparará por la calidad del trabajo.

Minutero:
Construir ciudadanía 
ha sido nuestra letanía; 
es tarea personal 
enfrentarse a tanto mal