
Algunos comentaristas de la Prensa han lanzado a todos los vientos una oportuna voz de alerta en el sentido de que México, evidentemente, está teniendo más y más una lesiva influencia en nuestra Guatemala.
Los mexicanos ya se han apoderado de importantes medios de comunicación, al punto que es posible; que es posible, recalcamos, que eventualmente puedan poner o contribuir a poner o a remover a los gobernantes, en contubernio con los político-partidistas, que quieran encaramarse en las altas posiciones de la burocracia.
Como se sabe, los políticos o politiquientos suelen peregrinar hacia el exterior, donde tiene su centro de operaciones mercantiles el archimillonario personaje del otro lado del Suchiate, íngel González, para pedirle, como de rodillas, que les dé su ayuda publicitaria para lograr la cristalización de sus ambiciones de poder y de lucro a más no poder…
Varias estaciones de televisión y de radiodifusión, así como más de alguno de los principales periódicos que circulan en el ambiente nacional, son del magnate azteca, con quien han cruzado sus espadas significados periodistas de nuestro mundillo chapín…
El señor González ha encontrado aquí puertas abiertas -y muy anchas-, lo que no estará ocurriendo en otros países centroamericanos. En El Salvador, verbigracia, siempre han dado portazos en las narices a quienes han pretendido afectar su soberanía, y ¡ay de aquél que se atreva a entrometerse en sus asuntos, que son muy de nuestros vecinos! ¡Ojalá que no estemos equivocados en relación con las actitudes de nuestros hermanos cuscatlecos…
En el lejano Petén, que viene siendo “decalvado†a ciencia y paciencia de las autoridades, tenemos ahora un ejemplo de los pasos que están dando los paisanos de Pancho Villa, de poderío oficial y privado, para ir caminando hacia la instauración de lo que puede ser un gobierno paralelo que podría llegar a lo culminante de una virtual ocupación o, al menos, de la dominación. ¡Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar!, dirán los charros charrasqueados!
¿Seremos tan vejigas los guatemaltecos, que no actuamos para dar una respuesta patriótica a esa gente intrusa? Sería bueno que nos hiciese escuchar su voz al respecto Juan Pueblo, quien en remotos tiempos dio muestras de ser celoso de los caros intereses y legítimos derechos cuando los foráneos trataban de mancillar nuestro sacro suelo.
Según lo que ha sido publicado en diferentes medios de comunicación, con base en informaciones del oficialismo, se ha producido una inundante avalancha de narcotráfico que amenaza con ejercer el control y subsecuente dominio de la patria, lo cual debe poner en guardia a todos nuestros compatriotas amantes y respetuosos de nuestros legítimos derechos soberanos que se hallan en grave riesgo.
Se ha estado hablando de Los Zetas (que dan la idea de ser algo así como la quinta columna de los zapatistas), y, entonces, no obstante que somos de una nación pacifista, ha llegado la hora de hacer sonar las trompetas de alarma para afrontar con verdadero coraje, no importando cualesquier sacrificios, tan preocupante situación.
Nos encontramos en estos momentos, coincidentemente, con un ruidoso distractor, cual es la campaña de los políticos del partidismo, pero habrá que hacer una patriótica exhortación a toda la población para que se sacuda la apatía, la indiferencia, que puede estar provocando de alguna manera lo comicial, a fin de que no nos sorprenda con los calzones en las manos lo que como a espetaperro está pasando en cuanto a la intromisión extranjera en perjuicio del país.
Conste que cuando comentamos estas cosas, que incuestionablemente pueden ser consideradas de lesa patria, no estamos extremando situaciones, sino, lisa y llanamente, lanzando una voz de alerta para que estemos preparados para hacer frente, con decisión de buenos hijos de este suelo de la desunida Patria Grande, América Central, a cualquier indeseable eventualidad que infortunadamente pueda acontecer.
Vayamos ya ocupando las trincheras que demandan las circunstancias y estemos prestos, como soldados del honor, de la dignidad nacional, impertérritos, valientes, para defender en las malas horas, bajo la hermosa bandera azul y blanco, a nuestra nunca bien amada patria, Guatemala.