Los otros niños


Desde que nos enteramos que un niño de 13 años, con la mayor sangre frí­a habí­a dado muerte a una madre frente a sus propias hijas y que después confesó el hecho con una frialdad asombrosa y triste, me quedé impresionado profundamente pese, a que al menos 15 años de mi carrera periodí­stica reporteril se desenvolvió dentro de la llamada «nota roja», donde observé cosas inimaginables, pero nunca pensé que niños fueran sicarios como se les dice a los asesinos por paga, o bien extorsionistas y ladrones, no obstante, de estos últimos, la pobreza y los padres o «tutores», los llevan por el camino de apropiarse de lo ajeno, aunque en ese tiempo eran casos contados y coyunturales.

Héctor Luna Troccoli

El problema serio es que los niños están pasando a convertirse en victimarios de personas inocentes, como el caso de la muchacha de 15 años que asesinó a un chofer de camioneta por Q100 que le pagaron, o el caso de otra menor de 16 que participó en una triple matanza en el interior del paí­s. Los casos suman y siguen. Este mismo mes de diciembre pude ser testigo de dos hechos: uno una niña de 14 años que llegó a exigirle a un comerciante salvadoreño la suma de Q5,000 porque si no matarí­an a dos miembros de su familia y el otro, dos niños, uno de unos 9 o 10 años y el otro de 11 que robaron un celular y cuando fueron «capturados», lo arrojaron bajo una carreta da venta de hot dogs. Por supuesto que estos hechos: robo y extorsiones, en donde participan menores se producen todos los dí­as

Realmente esto me preocupa, me hiere y lastima, pero fundamentalmente, ¿quiénes son los responsables? En primer lugar el entorno de miseria, violencia, disfunción familiar y abandono en que viven estos millones de niños en Guatemala; lo segundo, el que hay adultos o jóvenes mareros que los llevan y conducen de la mano a ser los protagonistas de estos crí­menes, bajo el mandato jurí­dico de que los menores son inimputables, por lo que las penas que se les impondrán en un centro correccional son leves y en tercer lugar, los grupos sociales que velan por la niñez y la adolescencia y los organismos internacionales y paí­ses amigos que mantienen una gran cantidad de parásitos burocráticos, que se dedican exclusivamente a sacar estadí­sticas, sin tomar acciones concretas para evitar que los niños sean asesinos, extorsionistas o ladrones, tal como ocurre en México.

¿Hay soluciones? Creo qué si las hay, por lo menos, para empezar a minimizar el problema, especialmente de los «niños asesinos», aunque una solución definitiva, indudablemente se llevará un buen tiempo.

Empecemos pues, con construir y conformar con profesionales de alto nivel, centros de reeducación de los menores que corren peligro o transgreden la ley para buscar un cambio en su conducta y una nueva orientación en sus vidas, que incluya aprender un oficio y darles una oportunidad de trabajo. Creo que para empezar unos Q700 millones de los que se les dan a los programas de la señora Torres bastarí­an para comenzar; lo segundo, que la ONU y demás organismos internacionales no gasten tanto en decirnos que estamos mal y en lanzar campañas publicitarias inútiles, sino que ese dinero lo destinen para el equipamiento y dar mejores condiciones de vida a los niños y jóvenes en riesgo que abundan en los barrios más pobres de la capital y los departamentos, lo tercero, que los grupos sociales, en lugar de estar saliendo en la foto y buscar protagonismo como supuestos analistas y expertos en todologí­a, dediquen ese tiempo y la plata que le dan nuestros paí­ses que se dicen «amigos», para evaluar en las áreas marginales la magnitud del problema y ser orientadores y conductores de estos niños, con la ayuda de los buenos maestros, excluyendo, por supuesto a Joviel Acevedo y compañeros.

Estas son algunas ideas sobre lo que se puede hacer y trabajar, pero la responsabilidad debe ser de todos los grupos sociales del paí­s (no con las pendejadas de clasificar a la sociedad según su traje, pisto, o cualquier otra condición económica, social o étnica), para conformar frentes que no solo salgan a hacer protestas, plantones o atascos de tráfico o en el mejor de los casos «conferencias de prensa», sino que conformemos una red social que trate de evitar que un niño sea asesino, ladrón o extorsionista, para que la frase de que «la juventud es el futuro de la patria», deje de ser solo pajas de discursos trasnochados y se convierta en una realidad que todos debemos de contribuir a formar.

OTRO APORTE. Otro aporte interesante para los programas de salvar a estos niños serí­an los Q7 millones que el Organismo Legislativo se gastó este mes en comprarle un seguro de vida y médico a cada uno de los 158 «valiosí­simos» diputados, así­ como dos vehí­culos blindados, de Q900 mil cada uno, para proteger esas «valiosí­simas» vidas que siempre están en peligro por las amenazas que los malos les hacen, siendo ellos, tan pero tan buenos…¡Puchis!