Los nuevos gobernantes prometen elecciones en seis meses


Un paciente herido se encuentra en una cama, en la unidad de cuidados intensivos de un hospital en Bishkek, Kirguistán. FOTO AFP / OSELEDKOi Vyacheslav

El gobierno interino, procedente de la oposición, que se hizo con el poder en Kirguistán tras una revuelta sangrienta prometió hoy elecciones presidenciales en seis meses y exigió la renuncia del presidente Kurmanbek Bakiyev, quien se niega a ello y sigue en paradero desconocido.


El control de esta ex república soviética de Asia Central donde Estados Unidos tiene una base militar clave para sus operaciones en Afganistán está en manos de Rosa Otunbayeva, jefa del gobierno provisional.

La nueva número uno del paí­s desde la insurrección del miércoles, en la que murieron entre 75 y 100 personas, según las fuentes, y unas mil más resultaron heridas, anunció también la próxima disolución del parlamento.

«El poder está bajo control del gobierno provisional. Esta construcción del sistema polí­tico funcionará durante seis meses para preparar una nueva Constitución y organizar la celebración de una elección presidencial conforme a todas las reglas democráticas», declaró durante una conferencia de prensa.

Ahora la oposición controla las fuerzas armadas, afirmó el ministro de Defensa interino, general Ismail Isakov, e insistió en que el ejército está «totalmente de parte» del nuevo poder.

La situación en torno al presidente es incierta.

«La oposición insiste en que presente su dimisión», aseguró Otunbayeva.

Pero él se opone. «Declaro como presidente que no dimití­ y que no dimito», escribió en un comunicado el presidente kirguiso, quien llegó al poder en marzo de 2005, aupado por una revolución, con promesas de democratización. También se habí­a comprometido a acabar con la corrupción.

«El presidente (Bakiyev) intenta reunir a sus partidarios en el sur (del paí­s) para seguir defendiendo sus posiciones», aseguró Otunbayeva. «Según nuestras informaciones, se encuentra en Djalal Abad», su ciudad natal.

Los partidarios de Bakiyev, de 60 años, siguen ilocalizables, con lo cual no se han podido confirmar estas afirmaciones, pero muchos medios de comunicación kirguisos, kazakos y rusos lo ubican en el sur del paí­s, su bastión.

Otunbayeva, ex ministra de Relaciones Exteriores, prometió que su gobierno no repetirá los errores de Bakiyev.

Kirguistán es un paí­s con una polí­tica convulsa y tradicionalmente dividido entre la población del Norte, más rica y urbana, y la del Sur, rural y conservadora.

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, ofreció la ayuda de Rusia, que envió a Kirguistán 150 paracaidistas a su base militar de Kant, cerca de la capital Biskek, para garantizar la seguridad de los familiares de los militares rusos, declaró el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, Nikolai Makarov.

En cuanto a la base de Estados Unidos de Manas, también cercana a la capital, Otunbayeva dijo que «no cambiará nada» en el funcionamiento y se respetarán los acuerdos.

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, anunció el enví­o del diplomático eslovaco Jan Kubis a Kirguistán y pidió el restablecimiento del orden constitucional.

La UE está dispuesta, por su parte, a ofrecer ayuda humanitaria de urgencia a Kirguistán, declaró el jueves su jefa de la diplomacia, Catherine Ashton, felicitándose al tiempo de las primeras señales que apuntan a una «estabilización» en el paí­s.

Otunbayeva llamó la población a la calma tras la agitada jornada del miércoles, durante la cual la sede del Gobierno y de la presidencia fueron saqueadas. Cientos de personas seguí­an allí­ el jueves, tirando documentos por las ventanas rotas del edificio.