Los misterios de Eleusis


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A la memoria de mi querido profesor de Idioma Español, don José Marí­a Vielman España, que al leerlo hubiera exclamado “¡Cáspita!”

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Por Mario Gilberto González R.

He contado en otros artí­culos, que los directores y profesores del glorioso instituto antigí¼eño –desde antaño-  hicieron gala de su cultura helenista. Incluso, el profesor del sexto grado de la Escuelita Primaria anexa. Fue un  signo distintivo de cultura general en la formación académica institutera.

El director don Martí­n Quezada lució su cultura griega en las fiestas de Minerva y exaltó con elogios las  de Panateneas dedicadas por los niños estudiosos a la diosa Atenea.

En el aula, los profesores enriquecieron su docencia con explicaciones elocuentes de los grandes  templos dedicados a la ciencia y las artes, de sus preclaros filósofos, historiadores, poetas, dramaturgos y desde luego, de la  mitologí­a.

Para los profesores oradores fue un soporte valioso para exponer sus ideas en público, con belleza en el juego de metáforas y citas de la riquí­sima cultura griega que deslumbraban al auditorio. Don Adrián Coronado Polanco, don Abrahán Orantes y Orantes y su hijo Abrahán Orantes Alfaro, fueron sus exponentes.

Los estudiantes también hicieron gala de dicha cultura.  En los concursos de oratoria se lucieron y así­ titularon su primera revista con el nombre de Leda y su contenido dedicado a la primera Reina Estudiantil en 1924, está inspirado en la cultura y mitologí­a griega al igual que los programas de la modernidad,  que anunciaron los encuentros de básquetbol.

Leda fue una mujer bella deseada por Zeus. Yendo un dí­a a la orilla del rí­o Eurotas se encontró con un cisne hermoso que huí­a de un águila. Lo protegió y se dejó seducir de él que resultó ser  el propio Zeus disfrazado de ave. Correggio plasmó en óleo el momento cuando el cisne la acaricia. Leda está rodeada de encantadoras ninfas.

A pesar de esa amplia y rica cultura griega, jamás se nos habló de los Misterios de la ciudad de Eleusis.

La ciudad de Eleusis ha desaparecido. En su lugar existe la ciudad de Elefsina industrial y comercial. De las ví­as y de sus templos emblemáticos, sólo quedan vestigios y el recuerdo que durante dos mil años a. de C., se celebró durante el otoño a finales de septiembre lo que hoy se conoce como los misterios de Eleusis.

Los cientí­ficos R. Gordon Wasson, micólogo y el Albert Horfmann que estudio el contenido quí­mico de los hongos y el historiador griego Carl A. P. Ruck, unieron sus conocimientos para desvelar el enigma de los misterios eleusinos, después de cuatro mil años que se iniciaron por primera vez. Las dos ponencias las presentaron en la Segunda Conferencia Internacional sobre Hongos Alucinógenos celebrada en Olympic Peninsula, Washington en 1977 y con la  ponencia a la Solución del Misterio Eleusino de  Carl A. P. Ruck, fue publicado en un tomo de 235 páginas por el Fondo de Cultura Económica de México en 1978. 

Se evoca como la diosa Deméter perdió a su única hija la doncella Perséfone que fue raptada de las aguas por Hades. “El viaje a Eleusis representaba una travesí­a al otro mundo para recobrar de la muerte a la hija de la generatriz de los granos, Deméter, cuyo dolor por la pérdida filial podí­a ser aliviado solo a través del misterio del renacimiento.” Deméter lloraba en el brocal de un pozo “cuando su hija doncella pasó como desposada al reino de la muerte.” “El misterio de la inmortalidad y el renacer, es fundamento de los misterio de Eleusis.”

Y para lograr ese paso de la inmortalidad al renacer, se celebraba el misterio eleusino

 â€œDeméter llega a Eleusis proclamando que también fue raptada en Creta por unos piratas que la llevaron a través del agua.”

Homero le dedica a Deméter uno de sus 33 himnos. “Comienzo por glorificar en mi canto a Deméter, veneranda diosa de hermosa cabellera, y a su esbelta hija a quien arrebató Adoneo, Zeus el de resonante trueno y amplias miradas, se la entregó sin que supiera Deméter, la áurea hoz y espléndidos frutos, cuando aquella jugaba juntamente con las hijas de Océano, las de profunda cintura…”

Desde el segundo milenio a. de C. se practicaron los misterios Eleusinos que solo los iniciados conocieron su secreto porque jamás lo divulgaron.

Los griegos sabí­an que los hongos eran alimento esencial de los dioses y les llamaban “niños de teta de los dioses.” y que su ingestión producí­a éxtasis y visiones inimaginables. Una revelación del más allá a donde se llegaba solo por ese medio. Los griegos llamaban divinos a los hongos, porque los hongos nacen de la nada, brotan espontáneos en el monte e incluso de los troncos de árboles donde ya no hay vida y tienen un poder alucinógeno indescriptible que dan vida a otra dimensión insospechada.

Para participar en los Secretos de Eluises, los iniciados debí­an de haber vivido en Atenas medio año, hablar el griego y jurar bajo pena de muerte, no divulgar el secreto de lo que sucedí­a en el templo durante la noche de las visiones. Desde Atenas atravesaban en procesión la Ví­a Sacra. Cuando llegaban a Eleusis entrada la noche, danzaban alrededor del  Pozo de la doncella, de la flor o de la hermosa danza,  donde Deméter habí­a llorado la muerte de su hija. Cruzaban las puertas de la muralla de la fortaleza que evitaba toda mirada profana “donde se celebraba el gran misterio de Eleusis.”

En el templo dedicado a la Diosa Deméter, estaba el Telesterion que era el recinto sagrado   que tení­a adosadas a la pared, gradas a los cuatro lados para que se sentaran los iniciados.  En el centro estaba el megarón donde sólo accedí­an los hierofantes o sacerdotes encargados de dirigir la ceremonia de los ritos secretos. Se repartí­a a cada uno de ellos, la poción sagrada llamada Kyheon. “El agente enteogénico para la pócima sagrada era el orzuelo de la cebada con agua y menta”. Una vez bebida la poción,  se iniciaba la vigilia en tinieblas para vivir cada uno las maravillosas apariciones desconocidas.  

Carl A. P. Ruck dice que al beber la pócima misteriosa “habí­a además sí­ntomas que acompañaban la visión: miedo y un temblor de las extremidades; vértigo, náusea y sudor frí­o. Después de eso sobrevení­a la visión, una imagen que surgí­a en medio de una aureola de luz brillante que pronto parpadeaba en la cámara oscura. Nunca los ojos habí­an visto antes algo parecido y a un lado de la prohibición formal de hablar acerca de lo que habí­a ocurrido, la experiencia misma era incomunicable, pues no habí­a palabras apropiadas para hacerlo. Incluso un poeta dijo que habí­a visto el principio y el fin de la vida y conocido que eran uno mismo, algo otorgado por los dioses. La división entre la tierra y el cielo se fundí­a en una columna de luz.”

“La cebada que se empleaba en las ceremonias eleusinas era cultivada especialmente en la llanura Rariana y desgranada en el suelo de Triptólemo. Junto con el agua y el glechon era uno de los ingredientes de la pócima sagrada.”  El glechón era el agente enteogénico activo.

Wasson tiene la certeza de que Platón fue uno de los iniciados, bebió la pócima sagrada y gozó de la visión divina. Sus escritos lo revelan. Platón dice “que más allá de esta  existencia efí­mera e imperfecta de aquí­ abajo hay otro mundo ideal de arquetipos, donde el modelo de cada cosa tiene una vida perdurable: hermoso, verdadero, original” Por su parte Wasson opina: “A lo largo de milenios, poetas y filósofos han sopesado y comentado dicho concepto. Para mi resulta claro donde encontró Platón sus ‘ideas’; también lo era para aquellos de sus contemporáneos que fueron iniciados en los misterios. Platón bebió la poción en el templo de Eleusis y pasó la noche contemplando la gran visión.”

Los estudiosos de Platón afirman que “La teorí­a de las ideas representa el núcleo de la filosofí­a platónica, el eje a través del cual se articula todo su pensamiento.” Platón distingue dos modos de la realidad. Uno inteligible (verdadero ser) y otro sensible (material o cosas).

El que participaba de esta ceremonia,  jamás volví­a a ser el mismo y tan poco podí­a repetir la visión mí­stica. El contenido de la pócima como de las visiones se tornaron en misterio por el juramento de los iniciados de no divulgarlo.