Los males ocultos de ley electoral italiana


Silvio Berlusconi, lí­der de los conservadores, ofrece un discurso frente a un gran afiche de Walter Veltroni, el lí­der de la centro izquierda italiana; ambos son los más serios candidatos a la primera magistratura de ese paí­s.

Aproximadamente 50 millones de italianos acudirán a las urnas el 13 y el 14 de abril para elegir un nuevo Parlamento y escoger primer ministro con un controvertido sistema electoral, acusado de generar la «ingobernabilidad».


La ley electoral, adoptada en diciembre de 2005 durante el gobierno de Silvio Berlusconi, es de proporcionalidad pura, lo que favorece la fragmentación del Parlamento y la inestabilidad de los gobiernos.

La ley asigna automáticamente en la Cámara de Diputados la mayorí­a de 340 escaños sobre un total de 630 al partido o a la coalición que obtenga más votos.

Por ello, en las elecciones de 2006, la coalición de centro-izquierda liderada por Romano Prodi alcanzó una cómoda mayorí­a en esa asamblea pese a contar con sólo 25 mil sufragios de ventaja.

El sistema de recuento es diferente en el Senado, que cuenta con 315 escaños. El premio para la mayorí­a es asignado en base a la región. Italia está dividida en 20 regiones y cuanto más poblada es la región, mayor es el premio en escaños.

Por ejemplo en Lombardí­a, la región más poblada de Italia, la coalición o el partido que gana obtiene como premio 26 escaños sobre el total de 47 atribuidos por la ley.

Si una formación supera el número de escaños atribuidos por el premio, como ocurrió en 2006 al centro-derecha en Lombardí­a, que obtuvo 27, se quedó con uno más, los 27, y la coalición perdedora perdió uno.

Ese complejo sistema electoral, que según expertos fue copiado de una propuesta hecha durante el régimen fascista, generó la paradójica situación de hace dos años: Prodi obtuvo la victoria en el Senado, por dos escaños más, pese a que la coalición de derecha contabilizó más votos a nivel nacional.

La incertidumbre sobre las elecciones de 2008 reina en Italia, ya que es muy difí­cil alcanzar una amplia victoria en el Senado, asamblea que tiene el mismo peso polí­tico que la Cámara de Diputados, según lo establece la misma Constitución.

Por segunda vez en la historia de Italia, 12 diputados y 6 senadores del Parlamento italiano serán elegidos por los italianos que residen en el exterior, que son cerca de tres millones.

La ley electoral dividió el mundo por circunscripción electoral y a Sudamérica le otorgaron dos lugares en el Senado y tres en la Cámara de Diputados.

Las elecciones revisten especial interés en Argentina, que representa la segunda mayor colonia fuera de Italia con 440.000 votantes, detrás de Alemania.

Los ciudadanos italianos elegidos en el exterior tienen idéntico derecho a voto y debate que los representantes italianos residentes en la pení­nsula.

Unos 61.000 colegios electorales, repartidos en 8.100 municipios de la pení­nsula, abrirán sus puertas el domingo, a las 08H00 locales (06H00 GMT), en unas legislativas que terminarán el lunes a las 15H00 (13H00 GMT).

Candidatos


Los italianos acudirán el domingo y lunes a las urnas para escoger entre dos personalidades muy diferentes: el «viejo» conocido Silvio Berlusconi y el «nuevo» por conocer Walter Veltroni, quien recorrió en autobús toda Italia prometiendo el cambio.

Cuando faltan tres dí­as para los comicios, los dos candidatos con mayores posibilidades de ganar elevaron el tono de la campaña, marcada por la apatí­a de la opinión pública y la ausencia de un duelo directo televisivo.

«Berlusconi no es apto para gobernar el paí­s, es alguien que alimenta el odio y suscita divisiones», lanzó Veltroni este jueves en Milán.

«Si leen la prensa internacional, el mundo teme que se repita el pasado con los resultados que ya pudimos ver todos», agregó tras reunirse con el actor George Clooney, quien le expresó públicamente su apoyo.

El lí­der del recién fundado Partido Democrático (PD), Veltroni, logró reducir en dos meses de campaña a menos de la mitad la ventaja de 15 puntos con la que partió su adversario, el Partido de la Libertad (PdL) del ex magnate de las comunicaciones Silvio Berlusconi.

«Veltroni y Berlusconi se están midiendo a nivel de imagen, porque los programas polí­ticos de los dos se parecen y no hubo debates de ideas», estimó a la AFP Marco Tarchi, profesor de ciencias polí­ticas de la Universidad de Florencia (centro).

Los últimos sondeos publicados, que no pueden ser divulgados por ley durante las dos últimas semanas de campaña, muestran una reducción notable de la diferencia entre Berlusconi y Veltroni, con un «remonte histórico», como lo calificó el lí­der del PD.

La mayorí­a de las entidades especializadas pronostican la victoria del magnate de las comunicaciones en la Cámara de Diputados, con márgenes de entre dos y siete puntos, mientras el futuro de Italia se juega en el Senado.

«No habrá empate en el Senado, vamos a conseguir la mayorí­a», sostiene Berlusconi, quien no deja de emplear todas sus dotes mediáticas, al bromear con sus simpatizantes y al mismo tiempo lanzar provocaciones a sus adversarios, incluso a los magistrados, para los que reclamó pruebas psiquiátricas para ejercer la profesión.

Ninguno de los sondeos ha podido establecer el resultado en el Senado, donde se repetirá probablemente la batalla electoral del 2006 y el suspense permanecerá hasta que se contabilice la última papeleta.

La Constitución italiana adjudica a las dos ramas del Parlamento el mismo poder y es necesario contar con la mayorí­a en ambas para poder formar gobierno.

El enfrentamiento a distancia entre Berlusconi, de 71 años, y el ex alcalde de Roma, Veltroni, de 52 años, no parece haber movilizado al electorado.

«Estoy seguro de que voy a ganar y de que voy a ser el próximo primer ministro», repitió este jueves Berlusconi en un popular programa de televisión, poco antes de reunir a sus huestes en el Coliseo de Roma.

El peso de los indecisos, con entre el 25% y el 30% del electorado, es altí­simo y los pronósticos incluyen hasta el temido «pareggio», empate, lo que sumergirí­a al paí­s en una nueva crisis polí­tica e institucional.

«Sueño con una Italia joven, dinámica y abierta», clama por su parte Veltroni en todos sus mí­tines, durante los cuales no citó jamás el nombre de su adversario, al que acusa de haber paralizado al paí­s en los últimos 15 años.

Pese a los enfrentamientos, no se descarta que los dos lí­deres lleguen a un acuerdo para formar una «gran coalición», siguiendo el modelo de Alemania, en caso de una victoria ajustada.