Los «Madoff» que estafaron a miles de colombianos, considerados «Robin Hood»


Una ilustración de Ponzi ridiculizando a Bernard Madoff, mostrándolo como el villano de Batman es puesta en la portada del New York Times.   FOTO LA HORA: AFP TIMOTHY A. CLARY

Carlos Suárez tiene cara de niño. A sus 28 años, este joven de un barrio humilde de la ciudad de Pasto, sur de Colombia, captó más de 160 millones de dólares, según la Fiscalí­a, mediante un fraude de «pirámide» (esquema Ponzi) que involucró a 400 mil colombianos. Pero muchas de sus ví­ctimas lo siguen considerando un héroe.


«El lo único que hizo fue darnos dinero a los pobres, desafiando a los bancos y al gobierno», dice Marta Pérez, una vendedora de vestidos, cuyo negocio esta ubicado en el barrio de Fátima de Pasto, cerca a la que fuera la sede principal de DRFE (Dinero Rápido Fácil y Efectivo), la empresa de Suárez.

«Lo que pasa es que los medios (de comunicación) se pusieron a «cacarear» demasiado con lo de la supuesta estafa y eso nos jodió», se queja Luis Rosero, dueño de un taller de vehí­culos que perdió 5.000 dólares en DRFE.

Desde noviembre, cuando estalló el escándalo, se han iniciado procesos contra una veintena de captadoras ilegales que ofrecí­an rentabilidades del 50 al 150% anual y a veces más.

Los cerebros de las dos principales, el propio Suárez y David Murcia Guzmán fueron detenidos tras huir a Brasil y Panamá, respectivamente.

Pese a las advertencias, decenas de «pirámides» siguen funcionando especialmente en pequeñas ciudades. Este domingo la Fiscalí­a reportó la captura de Richard Beltrán, señalado de recoger 1.600 millones de pesos (unos 600 mil dólares) en Soacha, ciudad vecina a Bogotá.

Cientos de seguidores de Suárez -que negoció con un fiscal y se declaró culpable- y de Murcia -quien dice ser ví­ctima de un complot oficial- siguen saliendo a las calles en varias ciudades para pedir su libertad.

«Es que ellos estaban creando riqueza para todos y no para unos pocos como hace el gobierno», dice Luis Jiménez, un taxista pastuso, mientras muestra un recibo de DRFE con una inversión de 500 dólares. «Era el dinero que tení­a para comprar regalos a mis hijos en navidad», confiesa con amargura.

Desde Pasto, una ciudad de 300 mil habitantes y capital del departamento de Nariño en la frontera con Ecuador, DRFE montó un emporio que captó dinero en 74 ciudades del oeste de Colombia y afectó a 399.202 personas, prometiendo pagar intereses de hasta 150%.

En Santa Mónica, un barrio humilde de Pasto donde creció, los vecinos recuerdan que Suárez ayudaba a su mamá a vender loterí­a, para alimentar a sus tres hermanos.

La semana pasada, tras ser entregarse en Sao Paulo después de ser seguido por la Interpol en Argentina y Uruguay, Suárez negoció con la Fiscalí­a declararse culpable de captación ilegal y lavado de dinero ilí­cito, por lo que será condenado a 66 meses de prisión y una multa de cinco millones de dólares.

Entregó además bienes entre los cuales incluyó dos helicópteros y un avión, un parque de atracciones, 72 motocicletas y 300 automóviles último modelo, así­ como una cuenta en un banco de China. Los bienes incautados podrí­an servir para devolver unos 30 millones de dólares.

«Serí­a iluso pensar que podemos restituir el dinero exacto a todos los afectados», dice Germán Gómez, un perito nombrado por el gobierno para liquidar a DRFE y distribuir sus bienes entre los afectados.

En un video cuya copia aún se consigue en las calles de Pasto, Suárez, quien no llegó a estudiar en la universidad y vestí­a simplemente con vaqueros y zapatos deportivos de marca, pregonaba que DRFE podí­a pagar altos rendimientos pues invertí­a en negocios con fuertes ganancias como la venta de futuros y en mercancí­a china que vendí­a en El Salvador, Perú o Venezuela.

Pero los fiscales que investigan el caso tienen sus ojos puestos en Putumayo, un departamento vecino de Nariño, y en el que Murcia y Suárez, captaron fuertes sumas que movilizaban en camiones.

Allí­ existen amplios cultivos de coca y las pistas sugieren que las pirámides pudieron ser usadas por narcotraficantes para blanquear sus ingresos.