Los lazos energéticos permiten mantener las relaciones Rusia UE


Un hombre de Georgia carga a su pequeña niña, mientras sostiene una bandera de su paí­s. El conflicto con Rusia será revisado en materia económica con su principal socio comercial: la Unión Europea.

Rusia y la Unión Europea están ligadas por una sólida interdependencia energética que torna casi imposible cualquier cuestionamiento radical de sus relaciones, pero la crisis ruso-georgiana podrí­a acelerar los esfuerzos europeos por emanciparse de Moscú.


«El conflicto en Georgia creará un nuevo clima, los europeos harán todo lo posible para disminuir la dependencia» de Rusia, aseguró Susanne Nies, experta del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), previamente a la cumbre europea convocada en Bruselas hoy para estudiar el futuro de las relaciones UE-Rusia tras el conflicto con Georgia.

Mucho antes de la crisis georgiana, el comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, ya habí­a comparado las economí­as de Rusia y de la UE a dos grandes ciudades unidas por una ruta estrecha y gasoductos. Si se sustrae de este paisaje al sector energético, el comercio entre ambos no superarí­a los intercambios entre la UE e Islandia.

Casi un cuarto del gas y del petróleo consumido por los europeos es de origen ruso. En 2005, un 43% de las importaciones de gas y un tercio de las importaciones de petróleo de la UE llegaron de Rusia.

Moscú enví­a la mayorí­a de sus exportaciones energéticas a Europa, socia histórica y fiable, y Asia está lejos de poder reemplazarla, según los expertos.

«Es una relación de doble sentido: si Rusia se convierte en un mal abastecedor, Europa se dirigirá hacia fuentes de energí­a alternativas», indicó Simon Wardell, experto de Global Insight.

Rusia, por su lado, aseguró el viernes que seguirí­a siendo un «proveedor seguro» de recursos energéticos a Occidente, pese a las tensiones provocadas por la crisis en Georgia.

«Es incuestionable que Rusia ha sido, es y será en el futuro un proveedor seguro y fiable de recursos energéticos, sobre todo para nuestros socios occidentales», declaró Dimitri Peskov, portavoz del primer ministro ruso Vladimir Putin.

«Rusia siempre ha tenido un comportamiento previsible con sus socios y lo seguirá teniendo», agregó.

Sin embargo, en enero de 2006, un conflicto entre Rusia y Ucrania a raí­z de los precios del gas implicó una breve interrupción del abastecimiento hacia algunos paí­ses europeos. Fue un golpe para la UE, que se fijó entonces como prioridad garantizar «la seguridad» de sus abastecimientos.

Para lograrlo, los europeos se fijaron como meta implementar una polí­tica energética externa común y diversificar sus proveedores.

Una polí­tica energética común sigue siendo no obstante teórica: muchos paí­ses continúan avanzando de manera individual en sus lazos con Rusia y su gigante energético, Gazprom.

Así­ lo prueba el proyecto de gasoducto ruso-alemán «Nord Stream», dirigido por el ex canciller Gerhard Schroeder, que unirí­a Rusia a Alemania, bajo el mar Báltico, evitando a Europa central.

Este proyecto ya muy polémico «se convierte en prácticamente imposible» tras la crisis georgiana, consideró Nies. Polonia y los paí­ses bálticos no dejaron de señalar estas últimas semanas que Moscú no es fiable.

Gazprom también concluyó un acuerdo con el grupo italiano Eni para construir un gasoducto bajo el mar Negro, que una a Rusia y al sur de Europa, en competencia directa con el proyecto paneuropeo Nabucco que evita el territorio ruso.

El mercado del gas concentra también todos los riesgos. Contrariamente al petróleo, el gas natural no se almacena en stocks y el trazado de los futuros gasoductos es por ende eminentemente estratégico.

Para la red existente de oleoductos, la ex frontera «este-oeste» sigue en pie. Lituania, casi exclusivamente dependiente de los hidrocarburos rusos, denuncia también la interrupción desde hace dos años de las entregas de petróleo ruso a su refinerí­a de Mazeikiu, luego de que Moscú invocara la necesidad de reparar un viejo oleoducto.

Los polacos y lituanos, que entraron en la UE en el 2004, bloquearon durante varios meses el lanzamiento de las negociaciones de una cooperación reforzada UE-Rusia, al exigir principalmente la «solidaridad» de la UE en el área energética. Hoy volverí­an a recordar este tema en la cumbre europea.

«Es una relación de doble sentido: si Rusia se convierte en un mal abastecedor, Europa se dirigirá hacia fuentes de energí­a alternativas».

Simon Wardell

experto de Global Insight