Después de haber perdido los últimos tres meses en inútiles procedimientos, los diputados siguen sin poder conocer los asuntos que interesan a la población. Ayer una iniciativa para prorrogar el registro de armas no pudo ser conocida porque los diputados siguen enfrascados en estériles discusiones que no reflejan sino la inoperancia de nuestro poder legislativo y la incapacidad que tienen para conocer los asuntos de estado o las cuestiones que afectan a buen número de habitantes.
Hablar del Congreso y señalar su ineptitud es ya un lugar común porque no hay quien no se haya dado cuenta que no tenemos realmente un Organismo Legislativo sino un antro en donde los llamados representante hacen de todo, menos actuar en función del interés nacional. No hay, en realidad, bancada que se salve porque ninguna hace lo suficiente para enderezar la nave y promover el trabajo serio del Congreso de la República.
Hemos dicho varias veces que en esa materia el país cambia únicamente para retroceder porque cada período es peor que el anterior y cada vez es más obvio que no podemos contar con los representantes para beneficio de la Nación. Pero estamos llegando a extremos lamentables y en la medida en que no se demuestre que puede haber un cambio, la exasperación de la ciudadanía resulta mucho más que justificada. Es más, a lo mejor tenemos que decir que no hay suficiente indignación pública para el mamarracho de Congreso que tenemos y que hace falta que la opinión pública exprese de manera más contundente su hartazgo ante esa permanente situación.
No es simplemente por una iniciativa de urgencia que, al fin de cuentas, es resultado de la secular y conocida dejadez de nuestra población para cumplir con los plazos que se establecen. Se trata, en realidad, de la ineptitud para abordar cualquier asunto de interés público porque todo, absolutamente todo, queda supeditado al capricho y la abyecta actitud de diputados que olvidan el mandato recibido de la población y se empeñan en continuar defraudando a un pueblo que ha sido demasiado aguantador, pero que de la noche a la mañana puede reventar desesperado y cansado de la indiferencia y de la corrupción que prevalece. Porque al final de cuentas todo se reduce a que los diputados no actúan, no trabajan, no cumplen con su deber porque están básicamente empeñados en lograr sus aviesos fines de chantaje y extorsión que persiguen intereses personales o partidarios espurios
Ojalá que no tengamos que lamentar reacciones extremas de un pueblo que se cansa de ver que sus dirigentes abandonan sus obligaciones para velar por sus ambiciones.
Minutero:
Tenemos un Congreso
donde solo hay retroceso;
partida de diputados
cínicos y descarados