Los juguetes bélicos y la causa de la violencia


En los paí­ses tercermundistas como el nuestro, resulta común equivocar las causas reales y directas de algunos problemas sociales. La tendencia es a interpretar dichos problemas bajo principios y en perspectivas ideológicas que tratan de ser congruentes con actitudes y postulados polí­ticos coyunturales, a la fuerza y magnificando las causas falsas.

Milton Alfredo Torres Valenzuela

Hablando especí­ficamente de los juguetes bélicos (en el que entra toda una gama de armas y artilugios relacionados con el arte de la guerra, de materiales diversos y con diseños desde muy pobres hasta muy sofisticados), decir que son causa de la violencia en el paí­s, o que contribuyen al fomento de la violencia, es magnificar tendenciosamente su poder formativo y escamotear las verdaderas causas del problema: la pobreza, la falta de oportunidades de desarrollo personal , el resentimiento, la exclusión, la falta de educación, etc. Los juguetes bélicos (con excepción de algunos juegos electrónicos virtuales extremadamente crueles que están disponibles hasta por internet), tienen la virtud de sublimar algunos de los instintos más fuertes en la etapa de la niñez, como el instinto de poder. Algunos, inclusive, pueden contribuir al desarrollo de destrezas manuales, al refinamiento de habilidades que requieren sentido de ubicación espacial y desarrollo de la capacidad visual. Al respecto recuerdo muy bien cuáles eran los juguetes preferidos en nuestra etapa de niños: Los arcos, las flechas, las espadas, los rifles (hechizos y de madera), los revólveres (tipo Llanero Solitario), los dardos hechos de varillas de paraguas, las hondas y todo cuanto arrojara proyectil inocuo; y recuerdo también las colecciones de barcos de guerra de las cajas de cereales y los aeroplanos de combate y a escala que armábamos sin pensar todaví­a en el aeromodelismo. Claro que los juguetes bélicos no excluyen a otros, aparentemente más pací­ficos y de corte intelectual como el ajedrez (que también tiene un origen bélico y una naturaleza violenta), a los instrumentos musicales ni a otros juguetes que supuestamente tienen más valor y poder educativos. Pero los juguetes bélicos no son causa de la violencia en el paí­s, y si al caso lo fueran, no serí­an la causa principal, ni mucho menos.

La violencia es inherente al ser humano y a la naturaleza misma, la cuestión es mantenerla bajo control y qué más si lo hacemos ejercitando el sentido lúdico cuya efectividad está demostrada en los deportes aparentemente más violentos. La mojigaterí­a sólo conduce a errores, en este caso de enfoque y de valoración. En todo caso, para quien no puede distinguir entre lo real y lo figurado; entre el juego y la rigidez de lo necesario cotidiano, no hay opción, pues no es normal.