Grecia Aguilera
Mardi Gras es el carnaval de Nueva Orleans, Luisiana, Estados Unidos. El nombre se deriva del francés y significa «Martes gordo» o «Martes de carnaval» y al igual que la Cuaresma, se festeja un día antes del «Miércoles de Ceniza» dependiendo precisamente de la fecha en que se celebra la Semana Santa. La tradición comenzó cuando Luisiana fue colonizada por los franceses. La primera celebración fue en 1699. El atuendo utilizado por los participantes es muy original y hecho a mano. Acostumbran a lanzar collares y juguetes a los asistentes durante el desfile, práctica que se remonta al siglo XIX. Los primeros collares eran de cristal, hechos en Checoslovaquia, pero más tarde estos fueron reemplazados por collares de menor costo. El vestuario es admirado por su belleza y laboriosidad, sobre todo por el tiempo invertido en la confección de los trajes. Los colores más utilizados por su significado son: púrpura, justicia; verde, fe; dorado, poder. Luego del terrorífico huracán Katrina que asoló a la ciudad de Nueva Orleans, esta festividad se convirtió en un vínculo para ayudar al rescate de tan importante metrópoli. El pasado 12 de julio de 2008 la Embajada de los Estados Unidos de América presentó en el Teatro Dick Smith del Instituto Guatemalteco Americano, IGA, al elenco de indígenas Mardi Gras, quienes aparte de actuar en la ciudad capital de Guatemala, también se presentaron en los departamentos de Sololá y Quetzaltenango. En la fotografía, captada en el escenario del Teatro del IGA por el ingeniero Carlos E. Vega, aparezco con los integrantes de Mardi Gras y Carmen Matute de la Embajada de los Estados Unidos de América. El espectáculo incluyó un documental acerca de la ciudad de Nueva Orleans y los Mardi Gras, relatada por William Sabourin O»Reilly, integrante del grupo que visitó Guatemala. A continuación transcribo para ustedes la narración de dicho documental: «Por muchos años la ciudad de Nueva Orleans fue conocida alrededor del mundo por su música, su cocina y su belleza. Pero en el año 2005, un suceso aumentó la fama de nuestra ciudad: el huracán «Katrina», el peor desastre natural en la historia de los Estados Unidos. Esta tormenta junto con la inundación que la siguió dejó a cientos de muertos y aún hoy en día miles de personas continúan sin poder regresar a casa. Nueva Orleans se recupera de Katrina, mientras la población reconstruye sus casas, iglesias, escuelas y negocios. Gran parte de esta reconstrucción ha sido llevada a cabo por mujeres y hombres provenientes de Guatemala, Honduras, México y El Salvador. Pero esta es una ciudad con mucha población viviendo en la pobreza; la riqueza de la ciudad permanece en su cultura, que es única en los Estados Unidos de América. Para explicar las raíces de esta cultura debemos remontarnos tres siglos atrás. Nueva Orleans fue fundada por Francia en 1718 y en la zona ya habitaban grupos indígenas. Los franceses dependían de estos indígenas para su supervivencia en el «Nuevo Mundo». Un año más tarde comenzaron a importar barcos cargados de esclavos africanos desde Senegal, El Congo y Angola; estos negros dominaban la agricultura y podían proveer y producir alimentos para la nueva colonia; pero estos africanos no sólo eran agricultores, también eran carpinteros, cocineros, artesanos, curanderos y cazadores, ellos trajeron consigo estos conocimientos indispensables para la construcción de una ciudad. Los domingos a los esclavos se les permitía reunirse en el mercado en las afueras de la ciudad, el cual adoptó el nombre «Plaza del Congo»; allí se reunían con sus amigos y familiares, vendían sus productos y artesanías, tocaban su música y bailaban. La Plaza del Congo era el único lugar en Norteamérica donde los esclavos africanos podían tocar sus tambores en público, esto permitió el desarrollo de la música en Nueva Orleans. Muchos de los africanos que escapaban de la esclavitud encontraban refugio con las tribus de indígenas en las afueras del pueblo. Los indígenas y los africanos compartían similares estilos de vida y filosofía, convivían juntos y lanzaban ataques contra los colonizadores franceses. Muchos años después, afroamericanos en Nueva Orleans rendían honor a los nativos indígenas, enmascarándose como indígenas durante la temporada de carnaval. Sus vestuarios combinaban técnicas de tejidos, endémicas de ífrica y de los indígenas nativos, y sus coronas eran réplicas de las utilizadas por Caciques Apaches del oeste norteamericano. La música acompañante era eco de aquella tocada en la Plaza del Congo. El día de celebración del Mardi Gras tomaban las calles de la ciudad agrupados en tribus, y se buscaban unos a otros por todas las calles. Durante la mayoría del siglo XIX y el siglo XX los afroamericanos estaban segregados de la participación en los festejos carnavalescos; lo que hicieron entonces fue desarrollar sus propias tradiciones, incluyendo los indígenas negros, los Zulus, las muñequitas y los esqueletos. Estos grupos marchaban por los vecindarios negros de la ciudad, así los familiares y amigos podían verlos y disfrutar el espectáculo. Recientemente estos grupos carnavalescos han sido reconocidos como genuinas tradiciones culturales; su música se ha convertido en parte de la cultura popular en Nueva Orleans, y sus vestuarios son exhibidos en numerosos museos de todo el país. Después del huracán Katrina, los indígenas de Mardi Gras y otros grupos tradicionales luchan por mantener vivas sus tradiciones, ya que conocen que la cultura es esencial para la salvación de esta ciudad.» Esta maravillosa y colorida actividad ha contribuido a promover el conocimiento de las tradiciones de los diferentes pueblos, además de fomentar el intercambio cultural entre Guatemala y Estados Unidos.