Los indecisos ante las elecciones


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El vertiginoso crecimiento del fenómeno de los indecisos, es una de las principales caracterí­sticas de la actual campaña electoral ante el desencanto y frustración por los magros resultados de la “democracia capitalista” para atender las necesidades de la población.

Félix Loarca Guzmán

 


Conforme se acerca la fecha de las elecciones, son más las personas que ponen en duda la credibilidad del sistema polí­tico de nuestro medio, que no sólo ha sido tradicionalmente corrupto, sino que está completamente agotado.

Las ofertas electorales de los candidatos de los numerosos partidos, son más de lo mismo, y dentro de cuatro años engrosarán la larga lista de las promesas incumplidas por los distintos gobiernos, especialmente aquellos de corte neoliberal como el del señor ílvaro Arzú, quien llegó a la Presidencia de la República sólo para “piñatizar” las más importantes empresas estatales, entre ellas las de teléfonos y electricidad.

El pueblo de Guatemala está en una verdadera encrucijada, frente a un futuro incierto y lleno de sombras, a lo que se agrega que se le ha querido convencer sobre el supuesto “poder mágico de las elecciones” para resolver los más agudos problemas de la población como la galopante pobreza y la inseguridad ciudadana.

En artí­culos anteriores, hemos señalado que en Guatemala lo que hay es una democracia de fachada, y que las elecciones son una enorme farsa para aparentar ante el mundo el supuesto respeto a la voluntad popular.

El fenómeno de los indecisos debe ubicarse en el contexto de la tremenda descomposición del sistema polí­tico y económico, en el cual quienes tienen el poder real y toman las principales decisiones, son las “grandes familias de la oligarquí­a”, que tal como se ha evidenciado con la reciente y reveladora información desclasificada de los Estados Unidos, son el origen del millonario y grosero financiamiento de determinados partidos y candidatos, quienes únicamente cumplen el papel de “tí­teres” polí­ticos.

En Guatemala desafortunadamente no hay partidos polí­ticos, sino únicamente empresas electorales para asaltar al Estado, y desde allí­ hacer grandes negocios para beneficio de esos grupos minoritarios, que tras bambalinas buscan mantener inalterable el orden establecido, para que las cosas sigan igual, tal el caso de  la salud, que en lugar de ser considerado un derecho humano, en Guatemala es un floreciente negocio de unos pocos explotando el sufrimiento de las grandes mayorí­as.

Dentro de este marco tan desalentador, muchos de los indecisos se están inclinando por el rotundo rechazo a este vergonzoso sistema polí­tico y ello lo demostrarán en forma contundente mediante el voto nulo en las urnas electorales el próximo 11 de septiembre.