Esta semana que viene es la de los indecisos porque hacia ellos va dirigido todo el esfuerzo de los candidatos presidenciales para sus cierres de campaña. En buena medida, el grueso de la población ha tomado partido y en tal sentido cabe decir que la suerte está echada, pero nos parece que este proceso tiene algunas peculiaridades que hacen que el número de indecisos sea mayor y que el esfuerzo final de los aspirantes a la Presidencia tenga ahora mucha más importancia que en ocasiones anteriores.
Y es que evidentemente no es una campaña que haya despertado gran interés, no digamos apasionamientos, entre la población. Puede ser la personalidad de los candidatos, el clima de violencia que ha rodeado la actividad política, las asquerosas campañas negras o la ausencia de propuestas realmente atractivas para generar cambios de fondo en el destino patrio. El caso es que todavía hoy mucha gente está pensando su voto, tomándose su tiempo y puede ser que hasta tengamos un proceso con un índice mayor de ausentismo electoral porque se percibe hastío y cansancio entre una población que cada vez ve menos clara la relación causa-efecto entre el voto y la marcha de los asuntos nacionales.
No se pueden esperar, sin embargo, variaciones espectaculares de última hora porque prácticamente todo lo que había que decir se ha dicho. Falta, por supuesto, el último golpe que los expertos en campañas negras han de estar preparando para las horas finales, cuando ya no caben las aclaraciones ni posibilidad de respuesta y para ello sí que hay que prepararse porque las vísperas han sido clara muestra de cómo será la fiesta final en ese sucio campo que envilece tanto la ya desprestigiada actividad política.
Lo que se puede afirmar es que en la medida en que se produzca y reproduzca más una campaña sucia de ataques y golpes bajos, menor será la afluencia a las urnas porque si algo ha cansado al guatemalteco es esa tendencia tan marcada entre nuestros políticos a recurrir a la suciedad y el insulto, junto a las falsedades más burdas, como elemento fundamental de esta contienda electoral.
A los indecisos se les debe atraer con expresiones claras, categóricas y contundentes, respecto a la visión de país que tiene cada uno de los candidatos y la percepción que se genere en cuanto a su capacidad para cumplir las promesas. Y nuestros políticos, especialmente los punteros y más sólidos aspirantes, tienen que entender que estamos agotando un modelo político porque no le hemos dado sentido a la participación ciudadana. La percepción generalizada es que pobre favor le ha hecho la democracia al país y eso es peligroso en términos de la futura gobernabilidad, lo que hace que el compromiso de hoy sea mucho más grave, delicado y demandante que en anteriores ocasiones.