Los hombres de Mourinho


Se ha generado mucha expectativa por el trabajo de renovación que podrí­a hacer José Mourinho en el Real Madrid, a pesar de que no se han contratado a grandes estrellas. FOTO LA HORA: ARCHIVO

A José Mourinho no le gusta demasiado conducir. Por eso siempre busca casa al lado de Silvino para que le lleve a los entrenamientos. Silvino es el preparador de porteros del Madrid. También lo fue del Chelsea y el Inter. Y antes, del Oporto. Desde esa época sigue a Mourinho allá donde va. Es uno de sus hombres de confianza junto a Rui Faria, el preparador fí­sico, y José Morais, una especie de agente 007, el encargado de espiar a los rivales, redactar informes y ayudar a su jefe en la parte táctica.


«Silvino es un tesoro, el mejor entrenador que he tenido y, sobre todo, una persona honrada, un bien que escasea en el fútbol», cuenta Francesco Toldo, guardameta del Inter que acaba de colgar las botas y ha convivido dos temporadas con el ayudante de Mourinho. «No habí­a dí­a que no cambiara de ejercicio. Sigue a rajatabla la polí­tica de Mou», continúa. Silvino tiene 51 años. Fue portero del Benfica y el Oporto y también de la selección lusa. Con el Benfica disputó dos finales de la Copa de Europa y las perdió: contra el Milan de Rijkaard y el PSV Eindhoven de Koeman. Dicen en Portugal que es adorado por los jugadores por su forma de ser tan bromista. Dicen que, de no haber sido por él, Ví­tor Baia no se habrí­a recuperado tras su paso por el Barí§a. Dicen también que nunca niega una sonrisa a nadie. Y es verdad. El jueves, en el primer entrenamiento del Madrid en Los íngeles, cuando unos voluntarios de la UCLA entraron al campo para repartir camisetas y gorros con el logo de la Universidad, fue el único que se los puso. Y con una sonrisa: «Así­ voy a salir esta noche», bromeaba.

Es alto, fuerte, moreno. Se pasea por el césped como una sombra y siempre lleva puestos los guantes. Nunca se le oye gritar. Nació en Setúbal, igual que Mourinho. Son tan inseparables que hasta suelen ir de vacaciones juntos con sus respectivas familias. El técnico se lo encontró en el Oporto -cuando fichó en 2002, ya llevaba allí­ unos años, desde que colgara las botas- y ya no se ha separado de él. Silvino le siguió al Chelsea y el Inter y ahora al Madrid.

A Rui Faria, el preparador fí­sico, de 35 años, con cara de niño bueno y barba sin hacer, le conoce Mourinho incluso desde antes. Coincidieron en 2001 y 2002 en el Unií£o Leiria, un equipo de la media tabla que consiguió terminar la Liga en el quinto puesto. Es la persona en la que delega una vez pasada la primera toma de contacto con la plantilla. De momento, es el técnico quien está encima de los jugadores, pero no era raro ver a Faria dirigir los entrenamientos del Inter mientras Mou se quedaba en una esquina corrigiendo los errores.

Todos los dí­as, antes del entrenamiento, se les ve charlar sentados bajo una de las carpas blancas en el campo de prácticas de la UCLA. A Faria siguen escapándosele varias palabras en italiano. Habla cuatro idiomas (además del italiano, el inglés, el portugués y el castellano) y dice que lo primero es aprender los términos que necesita para su trabajo y luego apuntarse a un curso. De él adoptó Mourinho una nueva metodologí­a de trabajo: ejercicios diferentes en cada sesión y siempre con la pelota para combatir la monotoní­a. A Faria, en su primer dí­a en el Inter, los periodistas le preguntaron por qué los jugadores no hací­an carrera continua: «Por la misma razón por la que los atletas no juegan al fútbol y no se entrenan con el balón».

«Trabajar siempre con el balón es lo que más agradecemos. Se hace todo menos cansino», asegura Granero. «Ha dado una vuelta por completo a lo que era el Madrid», añade Pepe. Cuando Mourinho, tras ganar la Copa de Europa con el Oporto, se marchó a Londres, solo puso una condición a Roman Abramóvich. «Hay una persona, únicamente una, imprescindible para fichar. Es Rui». Faria es el que más tiempo lleva trabajando con Mourinho (nueve temporadas).

El novato es Morais, el ojito derecho de Mou y objeto de todo tipo de bromas por parte de la plantilla. Un tipo de 45 años que tiene un cierto parecido a Maicon y que en el césped no se separa del técnico ni un minuto.

Mourinho le llamó en 2008 cuando Andrei Villas Boas, su mano derecha, que le seguí­a desde el Oporto, se marchó. Cuando recibió su llamada, Morais estaba entrenando a un equipo en Túnez. Hizo las maletas y se marchó al Inter. Se conocí­an desde la época del Benfica: Mourinho entrenaba al primer equipo y él al segundo. Es el encargado de estudiar a los rivales y redactar los informes. Le ayudan dos hombres del Madrid y otros dos de su confianza.

Al que Mourinho no para de pedirle que participe más es a Aitor Karanka. «Â¡Karanka, dentro, dentro!», le grita para que entre en el campo y no se quede pegado al palo cuando hay partidillos. Mourinho siempre se ha apoyado en un hombre de la casa. En el Chelsea era Abraham Grant; en el Inter, Beppe Baresi -compareció durante un mes en las ruedas de prensa antes y después de los partidos cuando el portugués impuso el silenzio stampa-, y en el Madrid, el club le eligió a Karanka. «Por prudente y porque tení­a cierta experiencia», explica Pardeza.