EN LOS TIEMPOS de crisis previamente profetizados, Dios mandó compartirse las provisiones; darse sustento, alojamiento y ropa para cubrirse; al mismo tiempo que compartirse la Palabra de Dios a los que les invadiese el temor de morir; y recordarles cómo Dios tiene el cuidado de protegernos y en qué forma y manera de ser.
Muchas veces en este tiempo se desestima lo poco que se tiene, y tampoco se aprovecha lo que es útil y está a nuestro alcance; como tampoco el agradecer a Dios y a nuestro prójimo lo que nos da, y juntos adorarlo dando gracias por los alimentos en la presencia de Dios.
Tan es aprovechable la leña y el carbón en cocinas económicas, como la ceniza para el lavado de trastos y utilería; en vez del carísimo dios petróleo y gas de la tierra, como el jabón químico en polvo o en pasta actual, con sus bolsas plásticas; que mata el agua con sus espumarajos; mata los peces de ríos y lagos; y la hace perjudicial para los humanos, animales, sementeras y sembradíos; con el apoyo de los ministerios de gobierno existentes; que ni orientan a la preservación de las especies.¡Por algo será!
«La harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías» Si somos hijos e hijas de Dios y también los nuestros; ¿por qué escasear y menguar; si se dispone de las riquezas de Dios en la bendición de tener como nuestro, al Señor Jesús y Salvador?
De aquellas mujeres que proveyeron al profeta Elías en el tiempo de sequía; otra se encargó de proporcionarle alojamiento en un aposento, pues se trataba de una ama de casa, la cual tenía un pequeño hijo, que uno de aquellos días se enfermó de gravedad y tuvo la tristeza de verlo expirar en su propio regazo,
Muchas veces los fenómenos naturales hacen caer en confusiones equivocadas de acciones de gracias, no dándolas a quien de él proceden; y son encrucijadas de la vida para saber verdaderamente quien es Dios, si los baalitas o el que responde por fuego y agua, para hacernos entender la Palabra de Jehová como verdad.
Solamente es necesario que de la pobreza real o de espíritu, le demos al Señor primero el corazón en la fe de í‰l, y lo necesario será añadido. Quien sabe de la tristeza de haber sido pobre, comprende la verdadera riqueza de la bendición de Dios. A la inversa sólo se aprecia, si se experimenta el humillarse en alguna forma ante el Señor Jesús. Recordemos aquel joven príncipe y rico que no quiso seguir al Señor Jesús, se fue triste; las riquezas de este mundo no lo alegraban. Dios muestra siempre su misericordia y gracia en todo tiempo de crisis, de cualquier índole; y su voluntad mueve las manos diligentes en el trabajo, para proveer lo necesario.