Los guatemaltecos divididos por el carácter de sus candidatos


Carácter. Esta es la palabra clave que va a decidir el voto en la segunda vuelta de la elección presidencial de Guatemala que se celebra hoy entre el general retirado Otto Pérez Molina, y el socialdemócrata ílvaro Colom.


«No me gusta la violencia, quiero justicia», clama Olga Barrero, una comerciante de artesaní­as del Mercado Central de Ciudad de Guatemala, para explicar por qué dará su voto a Colom en la segunda vuelta de la elección presidencial de este domingo y no a Pérez Molina, que ha basado su campaña en la ’mano dura’.

En cambio, su hijo Juan, de 25 años, prefiere a un militar, la carrera que le hubiera gustado elegir y que su madre le frustró.

La familia Barrero es representativa de la división que viven los guatemaltecos. Las encuestas más recientes dan prácticamente un empate técnico entre los dos candidatos que se medirán hoy en las urnas, después de que Colom sacara una ventaja de casi cinco puntos en la primera vuelta a Pérez Molina.

Agobiados por una delincuencia rampante y una violencia inusitada que se cobra la vida diariamente de una media de 15 personas ?el doble los fines de semana? los guatemaltecos quieren a alguien que ponga fin a tanta sangre y tanta inseguridad.

«De ninguna manera se combaten los problemas con mano dura. La violencia se combate con escuelas, talleres de aprendizaje para los jóvenes», dice Barrero.

«Si fuera así­, se habrí­an combatido ya hace años. Como se combaten es atrayendo inversiones extranjeras, que nos den trabajo, bajándole los impuestos si es necesario y mejoren los salarios», dice Barrero.

Todos basan su elección en la personalidad del candidato. Y el militar tiene ventaja en este mercado porque «tiene más carácter, más decisión para tomar las riendas del paí­s», asegura ’Carlos Barrios’, nombre ficticio porque «como está la situación me da miedo dar el mí­o».

«El otro (Colom) es muy débil. Dicen que es humilde, pero lo que Guatemala necesita es carácter, decisión», explica.

«Ellos ofrecen pero no cumplen», dice Graciela, una vendedora de fruta, quien en un inicio juega a despistar, aunque al final admite que votará por el general, haciendo un gesto con el puño y el brazo que no deja lugar a equí­vocos.

Su compañera Margarita Pereira explica por ella las razones de este voto: «Otto Pérez estuvo aquí­ (en el mercado) tres horas y Colom pasó media hora y estuvo con los tí­picos que tienen dinero».

Pero, como cada cual cuenta la feria como le va, Verónica y Heidi, dos empleadas de 17 años del puesto de comida más exitoso del mercado y su patrona, Doña Victoria Osorio, de 67, donde precisamente Colom se comió un pollo asado, ven en el candidato socialdemócrata la solución: «va por las personas que no tienen condición», aseguran, mientras Pérez «sólo va por las personas de alta categorí­a».

Y como la polí­tica no es más que un reflejo de la vida o la vida reflejo de la polí­tica, Antonio Cano, el marido de Graciela corta por lo sano: «votaré nulo porque parecen (los dos candidatos) señoras peleándose en vez de dedicarse a presentar verdaderos problemas de gobierno».