Una vez publicada la convocatoria a elecciones, distintos grupos de mayor o menor importancia han dispuesto la realización de foros bajo diversas modalidades para escuchar a los candidatos a la Presidencia de la República. Obviamente muchos de los organizadores no tienen la menor idea de lo que para un candidato significa, en términos de desgaste y dedicación de tiempo para prepararse, cada una de esas actividades y basta que un grupo pequeño de, por ejemplo, estudiantes de alguna carrera en particular piensen en organizar un foro para que sientan que todos los candidatos tienen la harta obligación de asistir y someterse a su escrutinio.
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Muchos de los foros son como la realización de un privado, verdaderos quitacalzones para los candidatos que tienen que ir preparados para contestar de todo lo que se le ocurra preguntar a los organizadores y muchas veces al mismo auditorio. Por lo general, la concurrencia a los foros no pasa de dos o tres centenas de participantes (en los mejor organizados), muchos de los cuales no se pierden ninguno de ellos y el efecto multiplicador de los mismos cuando no son televisados es mínimo en comparación con lo que tiene que invertir el candidato, no sólo en tiempo para asistir, sino para prepararse y el desgaste físico y emocional que cualquier foro produce.
Es natural que los candidatos que no tienen mayor acceso a actividades rentables desde el punto de vista proselitista, vean en esos foros una oportunidad para llegar aunque sea a un pequeño grupo con la idea de que los cien, doscientos o quinientos asistentes pueden tener un efecto multiplicador, no obstante que es un hecho que muchos ya tienen decidida su preferencia y van con la intención de aplaudir a su candidato y, si pueden, a poner en aprietos al adversario.
Para los organizadores, el foro que armaron es por supuesto el más importante y desean que todos los candidatos asistan y Dios libre a quien decida no hacerlo porque se vuelve blanco de las más terribles críticas. Y no es cierto que todos los foros sean igual de importantes ni que todos los candidatos deban asistir a todos los foros que se organizan, puesto que parte del trabajo del equipo de campaña tendría que ser evaluar el impacto que tiene dadas las características del auditorio y la repercusión pública que pueda tener, sea porque es transmitido directamente por radio o televisión o porque se trata en realidad de grupos con enorme poder multiplicador.
Pienso que es importante establecer un programa de debates de cobertura nacional que puedan ser retransmitidos por los medios de comunicación, aunque de entrada la proliferación de candidaturas ya es un serio problema porque para que cada uno de ellos pudiera hacer una exposición medianamente profunda y coherente harían falta muchas horas para abordar la variedad de temas desde el punto de vista de todos y cada uno de los aspirantes. Y los organizadores de foros pequeños tienen que entender que no pueden pretender que los candidatos asistan a todos los que se hacen porque es materialmente imposible. Y no digamos cuando algunos se dan cuenta que si cobran a los asistentes pueden hacer negocio, porque entonces la proliferación de ese tipo de actividades supera cualquier expectativa.
La experiencia demuestra que no todos los foros revisten la misma importancia y que los candidatos tienen que ser selectivos aun a riesgo de quedar mal con algunos que se sentirán desairados. Pero en una campaña corta como la que por suerte ahora vivimos, escoger a cuáles debates o foros se asiste es parte de las decisiones importantes.