Los dos Estados Unidos


El 27 de junio se cumplieron 54 años de la caí­da del gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán. La interrupción de la década fragante iniciada en 1944 no puede comprenderse sin analizar el papel de Estados Unidos para castigar al «patio insurrecto» en que se habí­a convertido Guatemala.

Marco Vinicio Mejí­a

La América Latina de los años cincuenta estaba sujeta a los designios de Estados Unidos. Un elemento decisivo en la polí­tica latinoamericana fue el surgimiento de dictaduras al servicio de intereses estadounidenses, como las de Anastasio Somoza en Nicaragua (1936-1956), Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana (1930-1961) y Jorge Ubico Castañeda (1930-1944).

A la sombra del llamado panamericanismo, la relación entre los Estados Unidos y Latinoamérica ha oscilado entre la admiración y el rencor. Admiración por su capacidad de desarrollo y de repudio por su injerencia en otros paí­ses a los cuales niega posibilidades de crecimiento. Más que la unión continental, el panamericanismo ha pretendido encontrar un mercado más amplio para los excedentes de la industria norteamericana. Es la expresión comercial del expansionismo territorial de los estadounidenses por medio de invasiones, anexiones o, simplemente, absorciones. Ha sido una convocatoria polí­tica de las fuerzas industriales y financieras del paí­s del norte.

A 54 años de la injerencia estadounidense en el experimento democrático guatemalteco, es crucial distinguir la existencia de «dos Estados Unidos». Los primeros son los del espí­ritu de misión, opuestos a los del destino manifiesto. Aquellos están representados por los mejores norteamericanos que han profesado el idealismo, la esperanza del favor divino para las aspiraciones nacionales, los de la autoabnegación y la insistencia en los valores de la civilización norteamericana.

Los otros Estados Unidos son los prepotentes y gendarmes, los que guardan un doble sentimiento frente a los pueblos latinoamericanos. Por un lado están los que son ejemplo de tenacidad, audacia y logros. Por otra parte, se encuentran los que impusieron un «modo americano de vida» y patrones económicos con la justificación del presunto destino providencial de la nación norteamericana, con su principal área de influencia o traspatio desde el Rí­o Grande hasta la Patagonia.