Los diputados traidores no deben ser reelectos


Nuestro actual flamante Congreso de la República ha estado plagado por la peor peste de individuos, quienes han llegado a ocupar la curul mediante la «compra» pagada a otros no menos sinvergí¼enzas lí­deres de los partidos, que han encontrado en ese «democrático» procedimiento la forma de financiar sus campañas. Lógico, ya en posesión de ellas, el primer objetivo es resarcirse de los gastos efectuados y de paso, cobrarse los «intereses» correspondientes. Convertido en mercado en el que se compran y se venden al mejor postor, estos «padrotes de la Patria completan sus honrados ingresos», practicando la «cultura de la corrupción», mediante la cual los pagos efectuados «bajo la mesa», las comisiones pagadas por las obras que «organizaciones internacionales que apoyan el desarrollo» guatemalteco y las que han resultado tan corruptas como cualquiera otra dependencia estatal, deben de estar sorprendidas, si es que leen y se enteran de las noticias nacionales y extranjeras, de la posición que adopta la nueva y renovad

Carlos E. Wer

a, por jóvenes, Cámara de Representantes estadounidense, hoy dominada por los demócratas.

Y es que las claras declaraciones de la Presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, las comentadas en esta columna de las expresadas por representantes de los no aún juramentados diputados demócratas durante la Cumbre de Cochabamba y las publicadas del Asesor de la Presidenta de dicho Organismo, Javier Becerra en el sentido de que los tratos de Libre Comercio que se adelantan con Colombia y Ecuador no pueden ser aprobados como están escritos, demostrando con ello, que las intenciones de esa nueva camada de jóvenes demócratas, están claros en la posición que deben de asumir en relación a los nexos con el resto de la América.

Para hacerlo más categórico, Becerra, quien fue nombrado adjunto por Nancy Pelosi, continúa diciendo que las opciones que se presentan son: «renegociar o hacer los cambios necesarios para asegurar que los beneficios de este comercio van a llegar a todo el pueblo de cada paí­s. En este momento, dice Becerra, lo que vemos es que solo unos pocos se están beneficiando, si se instrumentan los textos tal y como están establecidos. Comercio, bueno, pero tiene que ser comercio para todos».

Más claro no canta un gallo, demostrando con ello que los argumentos de las organizaciones populares y uno que otro periodista, eran, no solamente sensatos sino realistas. Sin embargo este Congreso y sus diputados, haciendo lujo de servilismo, o de corrupción ante las prebendas recibidas por su traición a la Patria y al pueblo de Guatemala, se plegó a las presiones de los procónsules inquilinos de la casona de la Avenida de la Reforma.

Lo que menos se podrí­a esperar de estos funcionarios es que pensaran en los nocivos efectos que la firma del tratado representarí­a para la mayorí­a de la población. Que dimensionaran, si tuvieran cuatro dedos de frente y una pizca de amor a esta tierra y respeto a su pueblo, que el primer sector que saldrí­a atropellado, poniendo en riesgo miles de miles de empleos agrí­colas, serí­a, precisamente a aquel del que viven un alto porcentaje de la población más pobre.

Claro que pedirle nacionalismo, honestidad y consecuencia a quienes han vivido entre el estercolero que representa el Congreso, es demasiado.

¿Podrán ahora decir aquellos que ya han empezado a gritar el intervencionismo chavista, que estas ideas provienen de la revolución bolivariana?…

Lo que debe hacer nuestro pueblo es echar a esos individuos de la casa que debió de ser modelo y ejemplo de servicio y entrega a los intereses del pueblo que los eligió. Echarlos por la «puerta trasera» de lo que se convirtió en el mercado, en el que no solamente todos los valores, sino recursos nacionales son vergonzosamente vendidos o entregados a los intereses de la oligarquí­a nacional y extranjera.