Se avecinan los días propicios para respirar en virtud del tiempo en que los cristianos celebran la Pasión y Resurrección de Jesucristo. No es que ahora no tomemos aire, pero hay que aceptar que el de ahora es más contaminado y su polución no nos deja crecer con pulmones sanos. Los días sacros, aunque no seamos creyentes, nos presenta esa oportunidad.
Es un período, en primer lugar, de gracia para descansar. Quienes tienen la oportunidad de hacerlo, tienen el tiempo para relajar los músculos y serenar la mente. El relajamiento de los músculos es estratégico para desarrollarlos después con más intensidad. El reposo de la inteligencia es vital para recobrar energías y emprender las tareas con nuevas luces.
La Semana Santa se presenta también como un tiempo propicio para hacer familia. Si la fiebre laboral no nos permite la cercanía con quienes amamos, ahora todo está servido. Se trata de disfrutar la compañía de quienes en teoría son el centro de nuestras vidas. No hay que desperdiciar la ocasión.
Las vacaciones sirven también para retomar hábitos abandonados. Reiniciar el gimnasio, correr en bicicleta, caminar, leer libros, viajar… hay muchas cosas por hacer. También se puede poner en orden la biblioteca, reparar cosas de la casa y hasta pintarla en días de mucho sol. La idea es cambiar de ocupación e inventar nuevos oficios.
¿Qué le parece ir a la Iglesia? Cierto, si le apetece puede hacer un poco de oración e intentar refundar su vida espiritual. Algunos lo hacen y no les va mal. También el espíritu puede salir premiado en días como estos. La familia entera puede darse una oportunidad pensando en que quizá no todo se juegue en esta vida.
Lo peor que se puede hacer en el tiempo que se aproxima es continuar con lo mismo. Seguir como Sísifo cargando con la piedra. Horroroso. La idea es dejar el trabajo en la oficina, desconectarse y vivir con intensidad el reposo. Retomar proyectos, meditar, mirar el horizonte. Examinarse, perdonarse y tomar un respiro para iniciar de nuevo.
Nada más fatal que dilapidar la oportunidad ofrecida. Beber como cosacos, desvelarse, hacer deberes, encerrarse en casa y evitar el contacto con amigos y personas que nos aman. Eso no nos renueva, nos condena más bien a una vida del espíritu miserable y nos avecina a la muerte física. El cuerpo necesita pausas, los pulmones nuevos aires.
En consecuencia, deseo para usted un período de crecimiento en todas sus dimensiones. Que al regresar de descanso esté más relajado y tenga muchas ganas de vivir.