Los desafí­os para la nueva magistratura


La Comisión de Postulación de Magistrados al Tribunal Supremo Electoral convocó a profesionales interesados en postularse para ser electos por un perí­odo de seis años.

Esta semana la Comisión de Postulación convocó públicamente para que interesados en el cargo de Magistrados para el Tribunal Supremo Electoral, presenten su documentación respectiva para que sean considerados y posteriormente sean electos, por dos terceras partes de los diputados del Congreso, un grupo de cinco titulares y cinco suplentes para asumir un perí­odo de seis años.

Julio Donis C.

Datos necesarios para efectos de la memoria

El Tribunal Supremo Electoral fue constituido en 1983 y condujo los primeros comicios electorales en 1984, reconstituyéndose de esta forma la democracia electoral, y constituyéndose aquel como el adalid de las instituciones democráticas. En la Ley Electoral y de Partidos Polí­ticos es el artí­culo 121 el que define la naturaleza de esta institución, indicando que es la máxima autoridad en materia electoral, que es independiente y por consiguiente, no supeditados a organismo alguno del Estado. En el mismo marco normativo también se indica que los miembros del Tribunal deben tener las mismas calidades que corresponden a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, tanto en prerrogativas como en responsabilidades; como se verá en el replanteo de la naturaleza de sus funciones, lo cual en sí­ mismo es un reto.

Dicho lo anterior, que sirve a su vez de contexto, paso a exponerles lo que se puede considerar como cuatro desafí­os fundamentales para las personas que próximamente se conviertan en los nuevos timoneles del organismo electoral de Guatemala.

Desafí­os

En primer lugar el reto de restituir de manera formal, el prestigio público de lo que llegó a ser el TSE, como una de las instituciones insignia de la democracia. De cierta forma, el buen nombre del Tribunal empezó por lo alto allá por los ochentas, aportando confianza polí­tica y capacidad técnica, elementos que se fueron haciendo necesarios para garantizar a los ciudadanos, la seguridad de que los ejercicios electorales eran transparentes. La tarea no fue fácil porque el fantasma del fraude electoral habí­a reinado por muchos años. Con el tiempo y luego de varios eventos electorales, la institucionalidad fue sufriendo raspones y abollones hasta dañar la pintura del carro, producto de distintos factores polí­ticos (por mencionar algunos, mala relación con los partidos polí­ticos, débil cohesión entre los cuerpos magistrales, campañas de educación e información electoral tardí­a, etc). Concretamente, el Tribunal necesitará una buena estrategia de comunicación que apuntale una imagen y un discurso que respalde posiciones y decisiones en materia electoral y de partidos.

El siguiente reto se deriva del anterior y es más de carácter institucional. Es imperativo que se haga un profundo examen interno, y se revise los resultados reales de por lo menos diez años de cooperación internacional. Instituciones como la OEA, han sido de los mayores exponentes de dicha atención de tipo técnico, canalizando muchos recursos de paí­ses amigos para apoyar el crecimiento de dicha entidad, fortalecer sus órganos y sus capacidades de fiscalización.

El siguiente desafí­o para los nuevos magistrados del TSE será de carácter técnico-jurí­dico. Les tocará administrar una siguiente elección en cuatro años, para lo cual es fundamental analizar los desafí­os en materia de la descentralización del voto, ¿cuál es la relación efectiva entre descentralización y participación electoral ciudadana? Hay en el TSE un desarrollado Departamento de Cartografí­a Electoral, pero al mismo tiempo urge revisar la salud del Padrón Electoral, para lo cual una auditoria y una adecuada relación con el Renap deberí­an ser condiciones estrictas. En suma, toca revisar las enseñanzas de los procesos electorales anteriores, estudiar en dónde y por qué determinados plazos electorales se convirtieron en cuellos de botellas. En materia del gasto electoral y función fiscalizadora, el TSE debe ser categórico y sostenido con los partidos polí­ticos y con los medios de comunicación, a la hora de indicar cuales son los topes y los lí­mites. En el caso del voto en el extranjero, que parece venirse ya como parte de las siguientes reformas, debe ser capaz de exponer los detalles y retos que impone en términos técnicos, la implementación de los sistemas para una tarea de esta envergadura.

En resumen, el TSE no puede quedarse al margen sin voz y propuesta en un nuevo esfuerzo de reformas electorales, la razón es obvia, es el órgano que le toca implementar las elecciones. Esto me lleva al último desafí­o de tipo polí­tico.

El TSE debe recuperar la relación con los partidos polí­ticos que ha quedado dañada por irrespeto mutuo, falta de comunicación, etc. Aquellos son los actores torales del proceso electoral y polí­tico y por ende lo mí­nimo que se espera es una buena relación (esto aplica también para ellos).

Replantearse la conformación

Es probable que este momento de restitución institucional del TSE sea un punto de inflexión para repensar en lógica de futuro, las nuevas demandas, los nuevos requerimientos de una sociedad, que se tecnifica y se diversifica. En este sentido a lo mejor el nuevo rumbo lleve a replantarse dos retos de reforma estructural: uno, la diferenciación del perfil de los magistrados, integrar el cuerpo colegiado no solo con profesionales de las ciencias jurí­dicas, sino de las ciencias polí­ticas y sociológicas, y quizá hasta de la ingenierí­a, atendiendo a distintas funciones del órgano electoral. Y dos, la separación de funciones, un tribunal para impartir justicia electoral (como la Corte de Justicia) y la creación de un órgano para administrar las elecciones.

El TSE no puede quedarse al margen sin voz y propuesta en un nuevo esfuerzo de reformas electorales, la razón es obvia, es el órgano al que le toca implementar las elecciones.

Julio Donis