Los cubanos proejan desde Miami para libertar a su patria de la «monarquí­a» comunista de los Castro


Ya dijimos algo en otro artí­culo, a tí­tulo introductorio, con relación a lo que observamos e introdujimos en el fardel en Miami, Florida, Estados Unidos de América, a donde viajamos para atenuar pesadillas de la vida que, a ratos, parece no ser vida.

Marco Tulio Trejo Paiz

Nuestra inquietud periodí­stica es irresistible cuando trotamos dentro y fuera de las fronteras del solar patio.

En aquella hermosa ciudad de gran atracción turí­stica, aprovechamos nuestra visita para ver con propios ojos y oí­r con propios oí­dos todo cuanto nos presentaba el gran escenario.

En el estuoso ambiente maiamés todo el mundo anda agitado en razón de sus ocupaciones y actividades en general, sobre todo la gente que depende del salario en la inquietante situación de crisis que campea a escala mundial.

Tuvimos la oportunidad de pescar interesantes «perrachicas», como dicen los colegas españoles en lo que hace a las noticias, así­ como de captar opiniones respecto de la diosa actualidad. Y es que cada dí­a nos saludábamos y nos entregábamos al bla, bla, blá con personas de nuestros afectos y con las que nos presentaban doña Gloria Bolaños Pons, Martita Soto Trejo y otros paisanos y amigos, incluidos los que acabábamos de conocer. .

Doña Gloria, que vive inmersa, con sensibilidad de radar, en las encrespadas aguas de la polí­tica internacional, nos pidió acompañarla a un desayuno-reunión de exiliados cubanos pertenecientes al recién fundado Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo. Ella colabora con esa entidad y con el Partido Republicano.

Aprovechamos la ocasión para cambiar impresiones con significados personajes de militancia activa en las filas de la agrupación polí­tica que lucha con decisión, por todos los medios posibles, con el objetivo fijo de libertar a Cuba, a la Cuba comunista de los Castro que ya da la impresión de haberse convertido en una monarquí­a….

El primer contacto vis a vis lo hicimos con el presidente del mencionado partido, doctor Luis Conte Agí¼ero, quien, en sus dí­as de estudiante fue amigo y compañero de temerario batallar de Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Ya cuando se sintió afianzado en el poder el ensoberbecido remichero, declaró paladinamente el estado comunista; entonces, como se nos dijo, amenazó con fusilar a los no alineados polí­tica e ideológicamente, tales los casos de Conte Agí¼ero, de Camilo Cienfuegos, de Huber Matos, de Armando Valladares y de muchos otros que se pusieron a distancia del comunismo, ya que, como trascendió a todo el mundo, participaron en las acciones insurreccionales de armas con el firme y único propósito de construir una verdadera democracia con todos sus preciados atributos, no para derrocar una dictadura unipersonal para montar otra dictadura (a la soviética).

En el nuevo orden de cosas, miles y miles de opositores al régimen castrista fueron fusilados. Sólo el Ché Guevara, que era todopoderoso en el fatí­dico castillo La Cabaña, hizo fulminar cada dí­a con descargas de fusilerí­a a decenas de prisioneros polí­ticos, principalmente por las noches. Las ennegrecidas paredes quedaban salpicadas de sangre y de masa cefálica, de lo cual, por demás abominable, se regodear el Ché, de quien alguien nos obsequió una especie de autobiografí­a con diabólica expresión de crueldad.

Otros personajes que hicieron acto de presencia en el desayuno-reunión destilan repudio a ultranza contra el régimen liberticida, de molde soviético, del castrismo. En Cuba, afirmaron con todo énfasis, la situación está virtualmente a punto de tronar. Es falsa la «popularidad» de los Castro y compañí­a. No hay convicción, sino imposición y opresión dictatorial y tiránica. También miedo de ir a parar con los huesos a las dantescas prisiones y a los campos de trabajos forzados, propios de esclavos. Los esbirros y verdugos se ensañan contra los miles de prisioneros, y eso es lo que quieren que desaparezca para siempre los lí­deres de la comunidad cubana radicada en Miami que detesta la situación, recalcaron.

En el tercer artí­culo, que será el último de la pequeña serie, nos referiremos a cosillas interesantes y alegres, podemos decir, que fuimos pescando al paso de las inolvidables horas que vivimos en los dominios del Tí­o Sam.