Los crí­menes de cerro quemado


Eduardo Blandón

Godo de Medeiros no es un novato en la literatura guatemalteca. Desde hace algún tiempo, sin aspavientos, pero con tenacidad y gusto por la escritura se ha consagrado como monje medieval al oficio de escribidor. ¿Su fórmula? Parece ser un narrador cuya vida no pasa superficialmente y que sabe calibrar los momentos para convertirlos en espacios de sabidurí­a existencial. El resultado puede adivinarse en sus escritos.

Los crí­menes de cerro quemado son la interpretación godiana de la vida. La traducción o el ordenamiento de un mundo que se presenta a menudo incomprensible y anárquico y que, por lo tanto, necesita de un sacerdote, de un filósofo o escritor que ayude a clarificarlo. De Medeiros, entonces, nos da su propia intelección del misterio, ofrece claves, sugiere, pero no dicta ?ex cathedra» el significado de la vida, su valor y destino. El lector debe recoger la semilla, regarla desde el propio interior y procurar sus buenos frutos.

Una aproximación a las obras De Medeiros nos ofrece un universo hecho de violencia. El autor parece compartir la idea de que ?la guerra es madre de todas las cosas?, como afirmaba un filósofo antiguo. Da la impresión de que Godo ve en la violencia el motor de la vida y la clave para entender el mundo. La violencia no es un simple recurso usado por los hombres para solucionar los problemas, sino un estilo de vida, una forma de vivir, un carácter que define a la humanidad. Por eso sus protagonistas a menudo son violentos o simplemente la padecen. No se puede vivir de otra manera.

Evidentemente la violencia narrada en la obra de Godo es ?humana?, por eso la muerte violenta siempre tiene una explicación: deudas, ambiciones, traición. No se mata por matar, las personas racionalizan sus acciones, las justifican y proceden. No es un acto animal. Ese universo godiano, quizá un poco pesimista, pero para muchos convincente y real, no excluye, sin embargo, la ternura, el amor, la fidelidad y en general los valores.

Otro elemento en el imaginario del autor es el relativo al destino. En Los crí­menes de cerro quemado se puede apreciar la convicción de que la justicia tarde o temprano se cumple. En el universo no existe la impunidad, la vida tarde o temprano premia o castiga las propias acciones. A veces sus personajes se pueden salir con la suya, pero sólo temporalmente. Hay, en la visión de De Medeiros, una especie de ley universal por la que los malos acaban sucumbiendo en su propia maldad. No obstante, para otras cosas, dice el escritor, ?el destino es una ecuación imperfecta?.

Respecto al tiempo, para el escritor es un recurso escaso que debe aprovecharse al máximo por las oportunidades que representa. El desprecio del ?hic et nunc?, como decí­an los antiguos, tiene sus consecuencias graves en los personajes: no pagar a tiempo, no vengarse a tiempo e incluso no llegar a tiempo. Yo puedo determinarme en el tiempo, pero éste también puede definirme y vengar mis indolencias. ?Sólo el tiempo determina?, dice Godo. Y concluye: ?el tiempo es veloz y pragmático?(?), ?inapelable y exacto?.

Dado que la guerra y el crimen es la condición natural de la humanidad, la muerte es representada como lo inexorable. A ésta llegan por diferentes ví­as: hombres y mujeres, niños y ancianos, buenos y malos. La muerte es un acontecimiento que ?está ahí­? y que debe enfrentarse con dignidad. Para De Medeiros la muerte digna es la coronación de la vida digna. Negarse a sí­ mismo en el momento de la muerte es traicionarse y haber botado en el basurero el esfuerzo de una vida honorable. Por eso, no es raro que uno de sus personajes incluso decida donde morir. í‰sta es una especie de decisión valiente que expresa el coraje de una existencia con significado.

La muerte es también un momento de salvación en el pensamiento de De Medeiros. Morir se puede traducir como el ?kairós», el tiempo oportuno y vital, como expresa el mundo religioso, para alcanzar la paz de todos. Con la muerte recobra la dicha tanto el que la padece como sus vecinos, es una especie de liberación y quizá hasta un don del destino.

?A pasos firmes, y olvidado por completo del cansancio fí­sico, el hombre con el hijo sobre los hombros ve la cumbre acercarse cada vez más, y entonces la memoria parece darle latigazos. Ni siquiera se ha dado cuenta de que se le han reventado los pies. Que esas llagas sangran tanto como las del alma. Ha llorado durante el trayecto, pero ha evitado hacer sufrir al hijo que, sin embargo, en su propia muerte ve una forma de salvación para el padre. Una manera de redimirlo?.

El recuerdo tiene un enorme significado en la comprensión antropológica que presenta De Medeiros. El hombre, la persona humana, puede definí­rsela como un ser cuya conciencia graba o almacena recuerdos. La memoria parece jugar una función vital en la existencia humana. Así­, sus personajes, evocan, traen hacia sí­ los momentos que paradójicamente aunque sean cosas del pasado continúan siempre presentes y se actualizan. Recordar es como vivir otra vida, solazarse en la memoria, huir del hastí­o del presente. Por eso uno de sus personajes expresa: ?ha de ser muy grande la desesperación como para que un hombre recuerde lo vivido en varias décadas en menos de ciento veinte minutos?.

Como puede advertirse hay cosas interesantes que presentan cada uno de los cuentos escritos en Los crí­menes de cerro quemado. Auguro que el escritor continúe su trabajo de narrador y que en las próximas obras explote más el lado del humor y la ironí­a. Es importante explorar otros elementos, cambiar de clave y asombrarnos con otras tónicas.

El libro de Godo de Medeiros puede solicitarse por Internet a: gododemedeiros@gmail.com El autor, asimismo, tiene una página (cuya dirección él mismo puede proporcionar) donde se puede dialogar y mostrar las propias inquietudes respecto a su trabajo intelectual.