Inversionistas de capital de varias partes del mundo han venido a Guatemala a establecer negocios para explotar diferentes líneas de los campos industrial y/o comercial.
Los coreanos, por ejemplo, por lo regular -casi por lo general- se han dedicado a actividades de maquila y, así, han creado fuentes de trabajo. Cientos o miles de elementos de la fuerza laboral, hombres y mujeres, han sido absorbidos en las maquilas.
Eso, pues… -se supone-, puede ser positivo, de beneficio para la economía del país, pero lo malo es que algunos de los señores empresarios de Corea no tratan bien, que se diga, a los trabajadores que emplean en sus entes mercantiles. Según las denuncias hechas, no todos los inscriben en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. No les pagan las prestaciones a que tienen derecho. A las féminas embarazadas las ponen de patitas en la calle sin indemnizarlas. ¡Son hechos reprobables!
Es más, ese trato que dan a los laborantes chapines es, quizá, por creer que son, racialmente hablando, inferiores respecto de ellos, o bien porque piensan que son unos pobres diablos muertos de hambre. ¡Qué equivocados estarán!
Y a lo mejor, quienes se hacen de la sartén por el mango ponen oídos sordos cuando se pasean en los asalariados.
Bueno sería que quienes hacen gobierno en su turno hiciesen racionales concesiones, en forma conveniente para ambas partes -Estado e inversionistas- a los extranjeros que vienen a montar fábricas y otros negocios de diversa índole, y no sólo gamonalmente eximiendo a los foráneos del pago de aranceles, entre otras gabelas.
Y, a propósito de remuneraciones, hay industriales coreanos que, si sus empresas no dan el rendimiento económico que han pretendido, artificiosamente las declaran en quiebra y, de esa guisa, dejan sin cobertura los emolumentos devengados por los pobres trabajadores (hombres y mujeres), quienes en algunas ocasiones han tenido que violentar puertas en las bodegas a consecuencia de las barrabasadas de los explotadores de la maquila y de otras líneas industriales.
En las respectivas esferas oficiales debe tenerse cuidado, mucho cuidado, con poner el OK a las solicitudes de los extranjeros que quieren caer en este suelo centroamericano para explotar diferentes negocios, a fin de evitar problemas no sólo al Estado, sino también a los guatemaltecos que entran en relación laboral con esa gente que, como se ha visto, da la impresión de ser sólo «máquinas» para hacer «pisto». ¡Parecen robots!
Pensamos que los coreanos -no todos- son unos en su suelo natal, pero otros, muy diferentes, cuando se asientan con sus reales aquí y en otros países. Y decimos esto porque cuando tuvimos oportunidad de visitar Corea, los humanos comunes y corrientes, incluidos los niños, intuimos que eran o son educados y amables con los trotamundos…
Recalcamos que los señores que gobiernan deben poner atención, mucha atención, a las voces de los trabajadores de maquilas y de otros establecimientos, pues algunos o muchos son víctimas de flagrantes violaciones a sus legítimos derechos cuando prestan sus servicios en los privilegiados entes industriales y comerciales de acaudalados extranjeros. No debe ser cómplice el gobierno en cuanto se refiere a las arbitrariedades e injusticias que cometen los extranjeros, principalmente los coreanos del cuento.