El 3 de junio de 1770 nació Manuel Belgrano. Hoy recuerdan a este héroe de la independencia argentina y creador de su bandera. Alfredo Vítolo sostiene que la lucha argentina por su emancipación tuvo gran impacto en Centroamérica y en homenaje a ese ejemplo, «las banderas de las naciones centroamericanas tenían los colores azul y blanco» de la insignia concebida por Belgrano. La idea de adoptarla la tuvo Manuel José Arce, jefe de las fuerzas salvadoreñas opuestas a la anexión a México, en 1822. Vítolo sostiene que Arce recordó «los colores que enarbolaban los próceres argentinos, San Martín y Belgrano, como símbolo de libertad». Con seda blanca y azul, confeccionaron la bandera de El Salvador, la cual «fue jurada y bendecida el 20 de febrero de 1822».
Estos hechos también los registró Francisco Espinosa en el cuaderno «Los símbolos patrios», editado por el Ministerio de Cultura de El Salvador. Los datos los confirmó el jurista e internacionalista Ramón López Jiménez, en un artículo publicado en el diario salvadoreño La Prensa, del 29 de marzo de 1960. Al proclamarse la independencia centroamericana y constituir la Federación que agrupaba a los países del Istmo, la Asamblea Nacional Constituyente, por resolución del 21 de octubre de 1823, la adoptó como bandera común para todas las naciones federadas. Al disolverse la Federación Centroamericana, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua mantuvieron, con algunas variantes, el azul y blanco en sus respectivas banderas.
Lo interesante de esta relación es que los colores de la bandera de Guatemala serían los mismos escogidos por Belgrano. Si bien se afirma que representan al cielo, es muy probable que correspondan a los distintivos de la dinastía borbónica (azul-celeste y «plata» o blanco), «como una solución de compromiso», ya que las Provincias Unidas del Río de la Plata, para evitar ser consideradas rebeldes, «declararon que rechazaban la ocupación realista, aunque mantenían la fidelidad a los Borbones». Por otra parte, Belgrano era devoto de la Virgen, cuyas vestes son o han sido albicelestes.
Si las sutilezas cromáticas de nuestro símbolo patrio suscitan dudas y no parecemos cobijados por una bandera común, es hora de preguntarnos cuánto hemos luchado para lograr una efectiva independencia política, económica, cultural y, sobre todo, mental.