Los cobardes atacan


Aclaración mí­nima. Probablemente mi última entrega causó alguna sorpresa al apreciable lector respecto de la redacción del mismo. En primer lugar debió aparecer el propio viernes, pero por situaciones ajenas, éste apareció finalmente el sábado. En segundo lugar fue hecho en las últimas horas del jueves anterior y por ello no nos pudimos referir al repudiable atentado cometido en contra de José Carlos Marroquí­n Pérez.

Walter del Cid

A pesar que el tiempo ha transcurrido, seguimos inmersos entre el estupor y la indignación que nos causó el cobarde atentado. Quienes hemos tenido la ocasión de conocer personalmente a José Carlos sabemos bien que no es de quienes se asustan con facilidad. No es de quienes se amilanan, pero sí­ es de quienes asumen permanentemente retos tanto en su vida personal, como en el desenvolvimiento de sus actividades profesionales.

La actitud de cobardí­a de quienes cometieron el atentado, tanto intelectual como materialmente, es un desalentador anuncio de lo que habremos de observar como parte del desenvolvimiento de la campaña electoral que, anticipada como está, ya se despliega y oficialmente lo hará a partir del 2 de mayo próximo.

El pasado 27 de julio, con ocasión de nuestro «retorno» a este importante espacio anunciábamos lo que a juicio de nuestras reflexiones será la «arena polí­tica electoral» que se avecina. Hoy, luego de este pávido hecho, nos percatamos que en efecto aquellos cobardes que se refugian y enriquecen gracias a nuestras debilidades, asumen el preponderante papel de intimidación para ocultar sus propios temores e impotencias y lastimosamente nos dan la razón.

Lo que no debemos permitir es que ellos ?los abusivos y cobardes? se impongan. Sigo creyendo que habemos más personas como José Carlos, llenos de ideales, energí­a y vitalidad para impulsar, promover y alcanzar cambios en la actitud de nuestros vecinos y potenciales electores. Es un momento por demás difí­cil y complicado, pero en la medida que no se claudique y se deje intimidar, existirá un atisbo de que este estado de cosas puede cambiar. Ayer como hoy, tal esfuerzo requiere sacrificios. Y aunque están agazapados, estoy seguro de que existen muchos dispuestos a apoyar tal empresa.

Adelante. Tenemos que seguir y seguir con la frente en alto para construir una verdadera democracia en este lapidado paí­s, cuya sociedad humillada y acobardada no puede seguir en forma secular con las actuales condiciones de cosas. No puede seguir siendo lo que ha sido a la fecha. Esto es aberrante, es oprobioso, es rechazable. Por ello, por los idealistas y voluntariosos como José Carlos, no lo podemos permitir. Mi solidaridad para él y su familia. No hay que claudicar. Tenemos que seguir y seguir. Los cobardes nos podrán asustar, pero no nos podrán intimidar.