Los Camisas Rojas regresan a sus bastiones del Norte


Una militante de los Camisas Rojas espera su vagón en la estación del tren para regresar a Chiang Mai, unos 700 kilómetros al norte de Bangkok. FOTO LA HORA: AFP MANAN VATSYAYANA

Los Camisas Rojas regresan a sus bastiones del norte de Tailandia, con amargura y desorientados, con sus lí­deres encarcelados o escondidos, después de la ofensiva militar que acabó con la protesta antigubernamental en Bangkok.


Cientos de rojos llegan en tren a Chiang Mai, la segunda mayor ciudad del paí­s, donde están siendo recibidos como héroes, después de haber participado en unas manifestaciones que paralizaron a partes enteras de la capital y dejaron 85 muertos y 1.900 heridos desde marzo.

«Viví­ en Bangkok durante dos meses. Mi corazón quiere seguir con la lucha. Esta retirada para mí­ es temporal», dice Wirash, un músico de 43 años.

El estratega militar de los «camisas rojas», el general rebelde conocido como Seh Daeng, fue alcanzado por una bala en la cabeza unos dí­as antes de la ofensiva militar del miércoles, que obligó a los principales lí­deres del movimiento a entregarse.

«Los Camisas Rojas se encuentran ahora sin lí­deres. No sé que hacer. La Policí­a ha atrapado a los lí­deres», señala Wirash, que sólo da su primer apellido. «De momento, no tengo planes de volver a Bangkok».

Wirash refleja los temores de los analistas polí­ticos cuando dice que cree que el tiroteo de sus camaradas en varios enfrentamientos con fuerzas de seguridad podrí­an «provocar una guerra civil en Tailandia».

«Esta crisis no acabará ahora. Las «camisas rojas» pueden adoptar otras estrategias pero de momento no tenemos lí­deres ni plan. No tenemos dirección», añade.

Tailandia se encuentra dividida entre los «camisas rojas», principalmente pobres de zonas urbanas y rurales que piden la dimisión del gobierno que denuncian como no democrático, y los «camisas amarillas» que representan a las élites de la nación.

El toque de queda está impuesto hasta el domingo en la capital, al igual que en el bastión de los «rojos» del norte y noreste rural, por temores a que se produzcan nuevos incidentes. Cuatro delegaciones provinciales ya han sido incendiadas.

El primer ministro, Abhisit Vejjajiva, aplazó una visita oficial prevista para junio a Rusia, «debido a la situación polí­tica» en el paí­s, informó el Ministerio de Relaciones Exteriores el sábado.

«Han vuelto a casa con esa sensación de resentimiento, de amargura y esto no acabará aquí­», estima Pavin Chachavalpongpun, del Instituto de Estudios del Asia del Sureste en Singapur.

«Entonces no será una sorpresa si oí­mos hablar de más motines violentos por el paí­s, especialmente en el norte y el noreste, porque estas personas no tienen fe en el proceso electoral, entonces recurren a las alternativas violentas».

Pavin dice que el hecho de que un gran número de rojos, sin esperanza y con nada que perder, estén vagando sin liderazgo supone un problema importante para el primer ministro.

«Se ha perdido la comunicación con los «camisas rojas» y creo que es muy peligroso para el gobierno porque necesitan dialogar con los «camisas rojas» y no saben dónde están o de quien están recibiendo instrucciones», dijo.

Chiang Mai es la ciudad natal del héroe rojo, el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, que fue derrocado por un golpe militar en 2006. Sus aliados fueron destituidos por una decisión de justicia y Abhisit nombrado por una votación en el Parlamento, apoyado por el ejército.

Thaksin es popular entre los «rojos» por sus polí­ticas sociales como un servicio sanitario barato y los fondos rurales. Pero las élites tailandesas le ven como corrupto, autoritario y una amenaza para la monarquí­a.