Los «camisas rojas» erigen campamento fortificado


Manifestantes antigubernamentales tailandeses, denominados como

Al pie de las escaleras del metro aéreo de Bangkok, en pleno centro de la ciudad, los «camisas rojas» están ahora atrincherados tras barricadas de bambú que impiden la circulación de los vehí­culos, todo ello bajo la atenta mirada del servicio de orden.


Ya hace casi seis semanas que los manifestantes quieren provocar la caí­da del gobierno de Abhisit Vejjajiva.

Todo comenzó con una manifestación de 100 mil personas. Luego, el conflicto quedó paralizado en un callejón sin salida polí­tico, hasta los enfrentamientos del 10 de abril, que dejaron 25 muertos. Actualmente, los «rojos» ya no se manifiestan, pero ocupan el centro de la ciudad turí­stico y financiero.

Varios miles de personas vestidas de rojo duermen sobre esteras, bajo carpas, cerca de lujosas vitrinas y de hoteles que han cerrado. Hay monjes con hábitos de color azafrán que deambulan llevando pequeños templos móviles. Las tijeras de los peluqueros se activan.

«Tenemos baños, podemos darnos una ducha, hay de todo aquí­», explica Prayoon Ninpetch, de 29 años, de la provincia de Surin (nordeste), delante de unos de los numerosos salones de masaje improvisados.

Los «rojos» ocupan dos grandes avenidas de más de dos kilómetros cada una, y han instalado barricadas en cada extremo, convencidos de que una operación militar es inminente.

La pregunta que surge inevitablemente es: ¿Quién paga? ¿Cómo un movimiento que al comienzo se apoyó en las masas rurales y desfavorecidas del norte y del nordeste del reino puede mantener tal organización? ¿Quién financia los inmensos altavoces, la electricidad, el agua, la gasolina?

«Los «rojos» me dicen que el dinero viene de donaciones, pero no creo que éstas les permita hacer frente a los gastos tanto tiempo», explica Pavin Chachavalpongpun, investigador tailandés de Singapur. «Es una operación muy cara, sobre todo porque deben también pagar el servicio de seguridad», añade.

Sean Boonpracong, un portavoz de los «rojos» afirma que recibe cada dí­a un total de 400.000 baht (unos 9.000 euros) de donaciones públicas.

Hace una semana, los manifestantes decidieron reagruparse en un solo sitio, en lugar de dos anteriormente, lo que permitió hacer economí­as. «Los hombres de negocios demócratas hacen el resto», afirmó Sean. «Cuando estamos un poco apretados, nos ayudan».

Los «rojos» afirman luchar por la democracia y la abolición de los privilegios de las elites de Bangkok.

También exigen el retorno al orden constitucional que prevalecí­a en 2006, antes del golpe de Estado contra Thaksin Shinawatra, el único Primer Ministro tailandés que fue reelegido, actualmente el í­cono de las manifestaciones, a pesar de estar exiliado.

Este riquí­simo magnate de las telecomunicaciones es sospechoso de financiarlas. «Estoy seguro de que nos ayuda, pero no sé con cuanto. Nadie tiene esta información», respondió Sean.

Pavin alude también a «fuerzas invisibles», a militares «que se han unido a Thaksin», a poderosos exasperados por las elites de la capital.

«Podrí­a haber ricos hombres de negocios, que nunca tuvieron nada que ver con las elites de Bangkok» afines al actual primer ministro Abhisit Vejjajiva, analizó.