La tristemente famosa prisión de Insein, en Birmania, es un lugar que poca gente visita por gusto, pero donde Maw Maw esperaba encontrar a su sobrino, desaparecido durante la represión de las manifestaciones antigubernamentales a finales de septiembre.
Maw Maw formaba parte de un grupo que acudió a la prisión de Insein, al norte de Rangún, para llevar paquetes a sus familiares detenidos.
Su sobrino, Ko Ko Zaw, de 25 años, desapareció hace cerca de dos meses después de viajar a Rangún para buscar un trabajo con el que poder ayudar a su madre y a su familia, que vive en el centro de Birmania, explica.
Ko Ko Zaw y un amigo se encontraban entre los curiosos que observaban las masivas protestas contra la junta militar encabezadas por los monjes budistas cerca de la pagoda de Sule, el 26 de septiembre, añade su tía.
La mujer ha pasado siete semana buscando a su sobrino por las comisarías de policía y los centros de detención donde cientos de personas fueron interrogadas tras la represión de las manifestaciones pacíficas más importantes desde 1988.
Finalmente, se decidió a acudir a la prisión de Insein, donde le dieron una lista de detenidos con una decena de nombres por página.
«Leí más de diez páginas en las que figuraban nombres de hombres y de mujeres, pero también de monjes», relata Maw Maw, que no encontró entre ellos a su sobrino.
Un oficial de policía le aconsejó que espere simplemente a que su sobrino vuelva a casa, «si no ha hecho nada malo». Por supuesto, Maw Maw no protestó, pese a que se moría de ganas de preguntar si «observar un acontecimiento es un crimen».
«Ni siquiera podemos buscar a los desaparecidos porque tenemos miedo de que nos detengan también», afirma la mujer.
Miles de personas fueron arrestadas cuando las fuerzas del orden entraron en acción el 26 de septiembre tras una semana de manifestaciones diarias. Otras huyeron y siguen en la clandestinidad.
La semana pasada, las autoridades afirmaron que sólo 91 personas de 2.927 arrestadas estaban todavía detenidas debido a las protestas de septiembre.
Sin embargo, la ONG Amnistía Internacional citó una cifra de 700 personas todavía encarceladas.
El relator especial de la ONU sobre los derechos humanos en Birmania, el brasileño Paulo Sergio Pinheiro, acabó el jueves una misión de cinco días en el país, la primera de este tipo desde 2003. También intentó determinar cuantas personas habían muerto o fueron detenidas durante la represión de septiembre.
Pinheiro visitó el jueves la prisión de Insein, por segunda vez desde su llegada el domingo pasado, informaron testigos.
«Creo que habrá nuevas liberaciones después de la visita de Pinheiro», considera un ex preso que había sido detenido en agosto durante las primeras manifestaciones contra el aumento de los carburantes.