Los azahares de enero


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Enero tiene la blancura pequeña de los azahares y en el perfume de su fragancia encierra la promesa de jugosos limones frescos. Enero representa la esperanza y la confianza. Es el umbral del año que empieza. Es el libro nuevo que abre sus hojas de par en par para empezar a escribir y anotar, letra por letra, palabra por palabra, día por día.

Luis Fernández Molina


Recuerdo los inicios de cada año escolar en que se repetían los mismos rituales: ¿En qué sección me tocó? ¿Quiénes van a ser mis compañeros? ¿Quién es el profesor titular? ¿Qué materias vamos a estudiar? Luego repasar la lista de los útiles y el protocolo de ordenar todas las herramientas de nuestro proceso educativo. Flotaban en el aire los olores: el de la madera de los lápices, el plástico nuevo de las mochilas y bolsones, la plasticina, el aroma virginal que emana de los textos nuevos cuando hundíamos nuestra nariz. El desafío de las hojas en blanco de los cuadernos. Los días fríos y los uniformes escolares.

El aire de enero es transparente, lúcido, frío; un aire que no se ha respirado. Una primera dosis de la energía que usaremos en todo el año. Enero se viste de los colores rosados de la aurora y se cubre con la textura tierna del rocío. Son capullos que pronto se abrirán.  Tienen la textura de los pañales de perdiz. Enero se representa por los almanaques nuevos (cada vez menos utilizados) que se cuelgan en los lugares visibles; por las agendas que empiezan a llenarse. Por los proyectos y planes. Por las metas. Por las nuevas rutinas y dietas. Por esa sensación de atravesar la rampa de abordaje al avión.  Por esa espera en la sala de maternidad.

Mas el ímpetu inicial no debemos hacernos perder la perspectiva. No vamos a agotarnos en el primer kilómetro del maratón, quedan por delante otros 41 kilómetros. “El futuro es algo que cada cual alcanza a un ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga y sea quien sea”, dijo Clive Lewis.

Enero se nutre de expectativas. ¿Cómo va a ser el año? Buscamos constantemente señales indicadoras esotéricas que nos arrojen indicios sobre el porvenir. Predicciones que nos interpreten las fuerzas que van troquelando el destino. Surgen las creencias populares, las cábalas y acaso las supersticiones. Las cabañuelas (que algunos llaman castañuelas) surgieron como método esotérico que pronostica el tiempo en todo al año; cada uno de los primeros doce días anunciaba el clima de cada mes; pero de ese origen meteorológico se extendió a ser indicativo en un ámbito más personal y amplio ¿cómo van a ser cada uno de mis meses? ¿Va a ser un buen año?

Pero el principal mensaje de enero es el de la oportunidad. La vida en su conjunto eso es: una oportunidad. Por eso debemos agradecer que en enero se nos abre una nueva posibilidad para hacer mejor las cosas. Los años pasados nos han aportado un gran cúmulo de experiencia. Hechos buenos y otros no tanto que hayamos registrado en nuestra historia personal, pero todo ello se va mezclando en un crisol que va formando nuestra personalidad. Por eso somos más viejos; por eso somos más sabios.   ¡Feliz Año 2014 para todos!