Los arcanos del Nobel de Literatura


Horace Engdahl, secretario permanente de la Academia Sueca. (AFP / La Hora)

Las deliberaciones de la Academia sueca, que designa al Nobel de Literatura tras un largo proceso de selección, se celebran a puerta cerrada y sus debates internos no son siempre serenos.


«A veces es verdaderamente intenso, les aseguro que no se trata de una asamblea homogénea», reconoce Horace Engdahl, secretario vitalicio de la Academia en una entrevista con la AFP.

El Nobel de Literatura 2007 será anunciado el jueves.

«Nunca sabemos por adelantado lo que va a suceder en el interior de la Academia. Hasta el último momento no se sabe con seguridad quién será el vencedor», explica Engdahl.

«Mantenemos la cortesí­a pero es un debate acalorado. Cuando se habla de literatura ocurren cosas sorprendentes», afirma.

Horace Engdahl está desde 1999 a la cabeza de la Academia, que cuenta con 18 miembros vitalicios. A sus 58 años es uno de los benjamines de esta institución, donde la mayorí­a de los miembros son septuagenarios u octogenarios.

El secretario vitalicio, una figura respetada en medios culturales suecos, afirma no tener una voz preponderante en la elección del ganador.

«A veces se me presenta como a un dictador que intenta imponer su voluntad, pero nada está más lejos de la realidad y no tengo ninguna influencia en los otros», afirma.

Manteniéndose discreto, reconoce, sin dar nombres, que no siempre ha estado de acuerdo con la elección final. Pero una vez que la decisión está tomada, todo el mundo adhiere a ella.

Entre las cosas que admite haber lamentado en el pasado, Engdahl lamenta que el escritor argentino Jorge Luis Borges no haya sido premiado.

Muchos estiman que las consideraciones polí­ticas le costaron el Nobel al autor de El Libro de Arena, pero la Academia rechaza siempre este tipo de acusaciones.

«Nunca discutimos aspectos polí­ticos», asegura Engdahl.

La primera selección comienza en febrero. Un comité de cuatro o cinco personas en el seno de la Academia examina a los 200 ó 300 autores propuestos por institutuciones literarias en todo el mundo.

Un autor no puede presentarse a sí­ mismo.

De abril a junio, la lista se reduce a unos 20 nombres. El comité trabaja en la medida de lo posible a partir de los textos originales, y si no utiliza traducciones en varios idiomas. El inglés, el francés, el ruso y el alemán son los predilectos.

«En ocasiones recurrimos, especialmente en el caso de los poetas, a traductores que deben jurar mantener el secreto y que vienen a explicar las sutilezas del idioma original», explica el secretario.

A principios del verano (boreal), el comité propone cinco nombres al conjunto de la Academia y todos sus miembros pasan las vacaciones leyendo todos los libros de los candidatos seleccionados. Bueno, «en principio», afirma Engdahl sonriente.

En septiembre se reanudan las conservaciones en plenario y finalmente, mediante una votación secreta, se elige al vencedor por mayorí­a absoluta. Y si no, se organiza una segunda vuelta entre los dos candidatos que llegan en cabeza.

Cuando los acádemicos se encuentran en lugares públicos, se les permite hablar de los candidatos pero utilizando nombres en clave.

Esto no impide las especulaciones. «Nos hacen reí­r las especulaciones, siempre son erróneas», afirma Engdahl.