Por primera vez en los últimos 50 años se ha elevado la cifra de alemanes que emigran –dejan Berlín para irse a California, sueñan con abrir un restaurante en Camboya o un establecimiento de cría de caballos en Toscana– un fenómeno retratado en los «reality shows» de la televisión alemana.
En «Goodbye Deutschland!», un programa de gran éxito difundido regularmente por una gran cadena de televisión por cable, los telespectadores pueden seguir las vicisitudes cotidianas de cada uno de los candidatos a emigrar. La aventura fue intentada por al menos 155.000 alemanes el año pasado, es decir 32% más que hace cinco anos, según la Oficina Federal de Estadísticas (Destatis) con sede en Wiesbaden (centro).
Muchos de ellos se instalan en países vecinos –especialmente en Suiza, donde más de 2% de la población tiene pasaporte alemán– pero también en Estados Unidos, donde viven más de un millón de alemanes, y en Europa del sur.
La noche del martes la emisión sigue la vida cotidiana de Winnie y Michael Schí¼tz, un joven matrimonio de Berlín que parte hacia San Francisco, donde Michael ha encontrado un empleo como informático, y de Fabio y Jí¶rg Klein, pareja homosexual de Wissen, cerca de Bonn (oeste), que deja Alemania para abrir un salón de peluquería en Canarias.
Este género de emisiones –los telespectadores pueden seguir otras dos del mismo tipo– que no oculta las fases de desaliento que atraviesan sus protagonistas, aparentemente llevan a soñar a los alemanes.
Según una encuesta realizada en junio pasado por el instituto Allensbach, el 20% de la población ha pensado ya en dejar el país, una cifra que llega incluso al 33% entre los de menos de 30 años.
De acuerdo con las estadísticas, los candidatos a emigrar vienen sobre todo del oeste del país, la ex República Federal de Alemania de antes de la reunificación.
«Antes los alemanes occidentales veían a su país como un paraíso. Esta percepción desapareció con la globalización, mientras buscan el paraíso afuera», analiza el economista suizo Thomas Straubhaar, profesor de la Universidad de Hamburgo y especialista en el tema de la migración.
Sin embargo, «no hay razón para caer en el pánico debido a que la gente quiera irse al extranjero. Por una parte, esas partidas están compensadas por la inmigración. Por otra, la mayoría de los emigrantes regresará a mediano plazo con una experiencia que beneficiará a Alemania», agrega Straubhaar, él también emigrante.
Después de varios años en el extranjero, «se constata que la vida no es muy diferente», observa Gabriele Mertens, directora de la Obra católica San Rafael, basada en Hamburgo y que ayuda a los emigrantes desde el siglo XIX. «En el extranjero también hay problemas. Pueden ser diferentes, pero no menores».
Thomas Straubhaar
profesor de la Universidad de Hamburgo y especialista en el tema de la migración