Cien días son poco tiempo para evaluar a un gobierno y más cuando se trata del que asume en medio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión, pero es indudable que la prensa impone criterios y de esa cuenta ayer fue un día especial para la nueva administración norteamericana (en efecto, todavía es nueva aunque haya logrado mucho) y el mismo presidente Barack Obama participó en una prolongada conferencia de prensa que le sirvió para hacer una evaluación preliminar de su gestión.
Es indudable que Estados Unidos está enfrentando con buen criterio la crisis económica y que en los cien días se han adoptado con celeridad y eficacia medidas que empiezan a dar los primeros resultados. Por lo menos se puede decir que se detuvo la caída y aunque la recuperación aún está muy lejos, el esfuerzo ahora está centrado ya en eso, en reactivar la economía luego de contener el deterioro.
Obama dijo ayer que le hubiera gustado enfrentar sus primeros cien días más al estilo tradicional, es decir, centrado en uno o dos problemas serios y dedicado a los grandes proyectos esbozados en campaña. Pero la crisis no le dio tiempo ni para respirar y gracias al apoyo de su partido en el Congreso ha logrado paquetes de estímulo que implican gran sacrificio fiscal porque para estimular la economía hay que gastar dinero y eso es lo que ha tratado de hacer el Gobierno.
En vez de lidiar con Irak y Afganistán como problemas críticos de su administración, tuvo que enfrentar la crisis financiera, la crisis inmobiliaria, la crisis del sector automovilístico, la crisis del empleo y ahora la crisis de salud con la pandemia de la gripe porcina. La población norteamericana, según reflejan las encuestas, siente que está en buenas manos y es que el Presidente Obama tiene la virtud de que infunde confianza.
En las relaciones internacionales ha capitalizado su carisma con eficiencia y ello le ha valido rescatar el prestigio de su país con el resto del mundo, luego del deterioro provocado por la arrogante política de Bush durante los últimos ocho años.
Y en un tema que nos interesa mucho, adelanta esfuerzos para aprobar una política migratoria que apunta a legalizar a los extranjeros que ya están en Estados Unidos, mientras endurece los controles fronterizos para dar confianza a los norteamericanos de que no habrá una explosión en los flujos migratorios.
En resumen son 100 días de trabajo intenso en los que ha enfrentado como gran dificultad la resistencia del sistema político en Washington a los cambios que él quisiera. Pero aun con ese freno, el avance ha sido notable y positivo.