Lo superficialidad predomina en Internet


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Durante siglos, el hombre padeció de un mal que parecía casi imposible de sortear: el acceso a la información. Los seres humanos pasamos años luchando para que se nos permitiera acceso a la información de manera libre, sin barreras, sin limitaciones de ninguna especie.

Ramiro Mac Donald


Hoy se puede decir que hemos logrado un enorme avance en ese sentido; pero tras siglos de ese fenómeno universal, en pocos años, ahora se registra una revolución digital le ha dado una vuelta a la tuerca: en el presente hay exceso de información y predomina la superficialidad en Internet.

Yo padecí, como periodista, durante muchos años, la ausencia de información, como política institucionalizada. Hoy padezco del exceso y superabundancia de este preciado bien. Antes me costaba conseguir algún tipo de dato para armar una nota periodística: tenía que a veces hasta “mendigar”  con los guardianes de la información. Hoy me cuesta, sí, me cuesta descifrar y discernir entre lo que es real y lo que no lo es… ante la avalancha de información que tengo libertad de conseguir. La situación, en apenas un par de décadas,  cambió de tener este valioso bien en muy poca cantidad (casi escasa y por lo tanto sumamente valiosa) a tenerlo en completa abundancia, excesivamente. Esto generó una depreciación de la información, pues resulta superficial como elemento predominante en cuanto a contenido y casi podemos generalizar.

Esta valoración la hizo Cristian Serrano el año pasado, en su blog, al denunciar lo que llamó la sobrecarga informativa, que nos obliga –casi sin pensarlo- a desviar nuestra atención en lo esencial… divirtiendo el pensamiento de lo que necesitamos, por lo que es fácil de encontrar mucha información, como es el caso de “San Googole”, al que le aceptamos sin chistar palabra todos los primeros resultados de la consulta que constantemente le hacemos. Nicholas Carr, señala Serrano, fue quien le dio a la palabra superficialidad la connotación de  información tan abundante pero tan innecesaria (hasta perversa) que nos salta a la cara desde internet. Por lo tanto, el hecho que haya información, ahora no es relevante, lo que verdaderamente cuenta es que la misma sea procesada en forma correcta por el usuario; que tenga un uso reflexivo y no simplemente se acepte como válido lo que se nos brinda de primera mano.

Es algo así como el equivocado concepto de exclusividad noticiosa. ¿De qué le sirve al periodista tener una exclusiva, si el contenido puede tener implicaciones de manipulación o intereses por debajo de la mesa? Es parte de la infoxicación de la que ya hablamos hace algún tiempo en esta columna: estamos intoxicados de tanta (y tan mala) información.

También es importante reconocer que los comportamientos en Internet, están cambiando. Los críticos habían afirmado que esa fiebre facebookera o twitera iba a desmoronarse, tal vez no como castillos de naipes. El escepticismo no se hizo esperar y muchos criticaron los anuncios –casi como premoniciones- de los científicos serios de la comunicación, en el sentido que en pocos años, habría de ser diferente. Se veía venir como avalancha…

Un reciente estudio del Pew Reserch Center señala que el 61 por ciento de los usuarios de Facebook descansan durante semanas, ante el exceso de drama, un contenido calificado de aburrido y la enorme cantidad de información irrelevante que cuelgan los usuarios. La predominancia de temas superficiales es la causa principal de este desencanto. A muchos no les interesa tanto el tema de la seguridad en Internet, cuanto que si estar todo el tiempo conectados, pero les aburren tantas fotos tontas que no les dice nada, y algunos temas colocados por personas “desubicadas”. Hasta califican muchos comentarios de estúpidos. Atención: algo está cambiando nuevamente en la red.