¡Ya!, dando un pasito y… ¡ya!, ya casi, casi estaremos alargando las manos a las bocas de las urnas del último jaleo político-electoral, para rellenarles la panza con los votos que habrán de valer para que se siente en la mullida y codiciada poltrona de la Presidencia de la República el afortunado del loteriazo del 6 de noviembre…
A través de nuestros contactos periodísticos con no pocos ciudadanos y ciudadanas de este valle de lágrimas y “lagrimitasâ€, hemos tratado de ver cómo andan las cosas de la “política†que se estila para que escale el más alto peldaño de la escalera, colocada en el frondoso guayabal, uno de dos pretendientes a lo largo de la próxima singladura cuadrienal de la nave azul y blanco… …
Es así como hemos percibido algo, aunque sea algo, de lo que quiere y de lo que no quiere, esencialmente, el sufrido Juan Pueblo.
El empobrecido compatriota, chapín de pura cepa, no quiere que siga la parranda larga de “políticos†que tanto daño han causado a la colectividad nacional con posterioridad a la Revolución libertario-democrática de Octubre del 44.
No quiere que las rachas de criminalidad sigan segando vidas de hombres, mujeres y aun de niños inocentes.
No quiere que haya más corrupción a todo nivel, arriba y abajo (por ejemplo, en las aduanas, en Migración, en Tránsito, etcétera), en desprestigio interno y externo de la patria.
No quiere que se siga hipotecando al Estado, a causa del excesivo endeudamiento, por los siglos de los siglos, ¡amén! Lo que debe hacerse, agrega Juancho, es realizar un trabajo productivo, efectivo y positivo en la administración pública para posibilitar la autosuficiencia y evitar que nos sigan explotando a lo fenicio los agiotistas de la banca extranjera.
No quiere que la sociedad siga degradándose con los vicios de los “guarosâ€, las drogas, la prostitución y la nociva politiquería partidista.
No quiere que se derroche el dinero de la masa de contribuyentes con los lujosos “tours†placenteros de los burócratas en cercanas y lejanas latitudes.
No quiere que se privatice el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social porque podría haber una reacción violenta, casi otra revolución como la de 1944, con la participación de la clase trabajadora apoyada por organizaciones sindicales, entre otras.
En fin, hay muchos problemas de toda clase que no quiere Juanito para nuestra pobre Chapinlandia, a la que cierta gente vocinglera, que vomita demagogia, pretende hacerla caer en las trampas de los liberticidas que ya todos conocemos. …
Ahora bien, lo que sí desea y espera con razón y legítimo derecho el cuasi relegado compatriota es, en síntesis, un trabajo positivo, integral y en gran escala, de verdaderos estadistas. …
Poco falta ya para salir de dudas respecto de quién será el mero, mero del loteriazo de la tempestuosa temporada.
Ojalá, estimados connacionales, que en la inquietante hora de la verdad que tenemos ya como en la vecindad, Guatemala sea la victoriosa en razón de los buenos propósitos de que pueda estar animado uno de los dos (el favorito) que se hallan en la acción político-electoral estos días del siglo XXI.
Por de pronto, deseamos que siga sin incidencias reñidas con el civismo la alegre fiesta de la señora Democracia, enamorada por las multitudes de este sacro suelo centroamericano y, a la vez, tan menospreciada por una minoría de ebrios de la politiquería a la que se le paró el reloj de la historia del mundo en que vivimos o medio vivimos, cuando Mijail Gorbachov, por motivo de un rotundo fracaso del régimen absolutista soviético y presionado por los dirigentes del partido único que interpretaron el sentir popular, asumió la decisión de bajar el telón en el Kremlin, desarticulando así la agresiva Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.