Lo que podemos o no controlar


Existen cosas que suceden que están totalmente fuera de nuestro control y otras que están supeditadas totalmente a nuestra conciencia y razonamiento. De tal cuenta que debiéramos de gastar nuestras energí­as en el esfuerzo por moldear nuestro destino de acuerdo a las cosas que podemos controlar y tratar de no gastar una sola lágrima o gota de sudor en las cosas que están fuera de nuestro alcance. Esto viene al caso, ahora que leo que se cumple un año del terremoto de Haití­ y los caribeños están igual o peor que al dí­a siguiente del mismo. Esto a pesar de las millonarias sumas de dinero que la comunidad internacional tuvo a bien enviar a la isla, y las conmovedoras imágenes de personas alrededor de todo el mundo que donaron de todo corazón al sonido de una constelación de estrellas cantando «We Are The World» en una larga transmisión de un canal americano. Pues el mundo se conmovió, los corazones se estrujaron y la plata fluyó, pero la triste realidad es que las cosas no han cambiado en Haití­, hay más escombros que esperanza y la cuestión lejos de mejorar empeora dí­a a dí­a.

John Carroll S.

En contraste, encontramos pocas noticias que nos recuerden el tremendo terremoto chileno, 31 veces más fuerte que el de Haití­ pero causando menos de 600 muertes en desemejanza con las 250 mil de los haitianos. Seguramente la reconstrucción va a todo vapor, distraí­da únicamente por otra muestra de desarrollo, el rescate de los mineros.

Evidentemente la humanidad no tiene -aún- la capacidad para frenar, controlar o prevenir los terremotos y fenómenos naturales al igual que difí­cilmente puede controlar los actos y mentes desviadas de la sociedad, como a los terroristas que se inmolan o aquellos desequilibrados mentales que como en el caso de Tucson sin ninguna razón lógica toman un arma y empiezan a disparar como desquiciados.

Lo que sí­ ha logrado la humanidad es esforzarse en las cosas que sabe que puede controlar y aplicar sistemas adecuados para poder vivir en sociedad y poder sobrellevar mucho mejor las cosas que le suceden que están fuera del control de éste. Los haitianos y los chilenos son seres humanos igual a los chinos, rusos, gringos, africanos o chapines, lo que los diferencia es que de una u otra manera los chilenos hicieron un mejor esfuerzo en su pacto social, tienen un mejor conjunto de reglas y esto les permite afrontar mejor los sucesos de la vida que no se pueden controlar.

No importa cuánto dinero done el resto del mundo, paí­ses como Haití­ y Guatemala debemos de concentrarnos en mejorar las cuestiones que están bajo nuestras posibilidades de influencia. Repensemos el sistema de justicia y seguridad para que los vejámenes que suframos sean a causa de un desequilibrado mental y no a causa de un simple y lógico ejercicio de costo-beneficio de que el crimen paga y paga bien lo que aumenta tremendamente el dolor y luto en nuestra sociedad. Y la prosperidad económica que resultarí­a en construcciones adecuadas, hogares cómodos y fuertes, infraestructura rebosante, bien mantenida y a precios reales que se vea estropeada sólo por aquellos fenómenos fuera de los normales. A la consecución de un sistema de justicia que funcione se le llama Estado de Derecho y a la consecuente prosperidad económica se le llama desarrollo.

¿Podemos alcanzar el Estado de Derecho y en consecuencia el desarrollo? Claro que podemos, pero debemos de concentrarnos en las cosas que podemos controlar y como nuestras ganas y energí­a son limitadas, debemos encargarle al pacto social las cosas prioritarias primero. La justicia y seguridad es y seguirá siendo la base fundamental del desarrollo de los pueblos porque es la razón y motivo de la creación del Estado. Todo lo demás son aquí­ y en cualquier parte del mundo distractores que los polí­ticos nos han sabido vender y nosotros hemos sabido comprar.