Lo que no prometen los presidenciables


Son muy generosos, benevolentes, casi todos los personajes que ambicionan descargar sus «humanidades» en la regia poltrona del palacio verde-esperanza que dejó la administración Ubico, al que en uno de los regí­menes gubernamentales de los últimos tiempos se le bautizó con el nombre de «Palacio Nacional de la Cultura».

Marco Tulio Trejo Paiz

Decimos que esos señores son muy generosos, benevolentes, porque prometen en los mí­tines el oro y el moro, este mundo y el otro, a quienes con espontaneidad, por conveniencia, por convicción o por mera curiosidad hacen bulto para escuchar sus peroratas que son, por lo regular, estereotipadas y, por ende, escuchadas como oí­r llover. Son, simplemente, ¡atediantes!

Lo que no prometen casi todos los ilustres y los ilusos presidenciables es, en cuanto a actitudes, lo que significa «mutatis mutandis» para propender al normal funcionamiento del aparato burocrático. Buen cuidado tienen de no desmochar lo que está sobrando, o sea lo inútil, de ese pesado maquinón que consume cerca de 40 mil millones de quetzales picoteados por el dólar de tantos dolores…

No dicen nada que se relacione con la corrupción de los funcionarios de las diferentes jerarquí­as, y si dicen algo es como bisbiseando y haciendo muecas de indiferencia y falsedad, por lo que es de suponer que será la misma «plor ploreada» si providencialmente se sacan el loteriazo…

No dicen nada de los pavos reales ni de los papagayos que no bien han posesionado en las sinecuras o chambas de importancia se convierten en turistas como los millonarios o archimillonarios que trotan en los paí­ses diseminados en la redondez del planeta tierra, para lo cual recurren a cualquier pretexto o cualquier «invitación fantasma», producto de sus lucubraciones, como ocurrió con los del famoso «tour» hacia Parí­s que se gastaron buenas millonadas que salieron de los bolsillos de los contribuyentes.

No dicen nada positivo en cuanto a la reducción de la excesiva cantidad de diputados al Congreso (totalmente inaceptable y repudiada por el pueblo), para que únicamente sean 44 plazas de padrastros de esta malhadada patria nuestra, o sean dos «dipus» por cada uno de los 22 departamentos: un titular y un suplente.

Nada dicen de las relaciones que debe tener el gobierno con los regí­menes de corte izquierdista, socialista o comunista, como los que han surgido en Cuba, en Bolivia, en Ecuador, en Nicaragua y en otros patios que serí­a prolijo mencionar.

Nada concreto y convincente dicen respecto de la anarquí­a social con sus rachas de criminalidad y de delincuencia en general que han provocado irrefrenable inseguridad causante de tremenda zozobra, luto, dolor, lágrimas, orfandad, miseria, tragedia y explicable y justificada indignación en el seno de infinidad de familias y en la sociedad toda.

Nada dicen acerca de prevenir garfadas de «excelentí­simos» ladrones bancarios que han ocasionado verdaderas penurias a tanta gente (pobre en su mayorí­a), merced a la «cuasi» total impunidad.

Nada dicen, en fin, lo que podrí­an disponer para procurar efectiva gobernabilidad en esta bella pero anarquizada tierra de la eterna primavera y de… ¡tantas sorpresas desagradables que, valga decir, ya no sorprenden a nadie!