Lo que menos importa es el sentir de la población


Es tal la sensación de desamparo que la gente prefiere hacer las del avestruz. Al terminar mi comentario anterior exhortaba a los lectores a no hacer más de lo mismo, a dejar de meter la cabeza dentro de la tierra sino afrontar la realidad, haciendo o manifestando de una u otra manera su desencanto y frustración por el pobre y triste desarrollo de nuestra democracia, la que sólo existe en el papel, por cuanto poco o nada puede hacer el ciudadano por eliminar de una vez por todas la impunidad, la corrupción, la inseguridad y el desmadre generalizado de nuestra polí­tica partidista.

Francisco Cáceres Barrios

Y es que la ley la pisotea cualquiera, empezando por la Constitución hasta llegar a la circular más insignificante en la enorme burocracia estatal que nos rodea. Así­ como es normal que un diputado sea capaz de irle a tirar una botella de agua por la cara al presidente del parlamento, él mismo pueda vestirse de primera comunión para denunciar que un extranjero es el causante de la ola de asesinatos de choferes y el mismo presidente exclamar tranquilamente que le parecen escalofriantes las noticias que acaba de saber.

¿Y las obligaciones, deberes y responsabilidades del mandatario en dónde quedan?, ¿será que su flamante Ministerio de Gobernación solo sirve para recibir denuncias y quedarse como que si nada estuviera sucediendo, en vez de velar por la seguridad de la población, investigar, prevenir y perseguir a los criminales que hacen la vida imposible a quienes trabajamos honradamente, luchando por el bienestar de los nuestros? ¿Y qué me dicen de las obligaciones y funciones del Ministerio Público? Cuando uno lee y relee que esta es una institución auxiliar de la administración pública y de los tribunales, cuyos fines son velar por estricto cumplimiento de las leyes del paí­s ¿no es para que uno le dé risa o ganas de llorar pues comprueba que los que dicen los textos en que uno estudió son teorí­a pura?

La semana que ya terminó no varió en nada de las anteriores. Sucedió lo mismo de siempre. Vimos un gobierno flojo, intrascendente, inepto e incapaz de hacer valer la ley. Los tribunales por el estilo, dentro de la corrupción galopante y prácticamente incontenible y ¿qué decir de la investigación criminal que solo sirve de parapeto para seguir con el empirismo digno de Ripley o para que vengan los organismos internacionales a decirnos cómo hay que hacer las cosas como si fuéramos niños de teta?

Así­ las cosas, nos aprestamos a ver otro capí­tulo más de la telenovela «Candil de la calle y obscuridad de su casa» mientras en Guatemala se desarrolla una reunión que dice ser «una ventana al mundo para que nos conozcan» viviendo una inexistente fantasí­a. ¿O usted aquí­ se siente seguro?