Hasta por los codos están hablando los señores que forman el ramillete de candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia de la República.
Casi, casi, no dicen nada nuevo los aspirantes a las más altas posiciones de la superinflada burocracia. Sus declaraciones no difieren mayor cosa de las que hacían los personajes que otrora también trataban de conquistar el codiciado sillón del «segundo tapanco» del palacio verde.
Virtualmente, todos los enamorados de la Presidencia y de la Vicepresidencia están diciendo lo mismo. Las únicas variantes versan sobre situaciones que, francamente, no les sería fácil solucionar, tales, por ejemplo, las referentes al agro, a la corrupción, al narcotráfico, a la delincuencia organizada, a las eternas penurias económicas de la enorme masa popular, etcétera.
Se nota mucho interés entre los entes representativos de la vida activa y productiva del país en cuanto a conocer los «propósitos» (¿??) de los políticos que están tirándole al marco, en el supuesto de cantar gloria el 9 de septiembre.
El elemento de prensa que entrevista a la gente del cuento espeta las preguntas que considera grávidas de interés para convertirse en noticias de valor periodístico, y los presidenciables y vicepresidenciables aprovechan las oportunidades para el autobombo, conscientes de que hay asuntos espinosos que difícilmente podrán tocar por temor a impresionar mal al electorado y a los poderosos de los diversos campos que, como quien dice tras bambalinas, se mantienen ojo avizor, incluidos los del exterior?
Ejemplifiquemos aunque sea en volandas. Lo que candentemente se está generando en el campo internacional, pues?, realmente, es tabú. Eso es intocable como la pata del rey o de la reina, diría un estimado colega ya desaparecido.
Salvo algunos entrevistadores de la radio y de la televisión sin bozal, que por cierto son muy pocos, bombardean con preguntas no anodinas o innocuas.
Los políticos que transitan en los caminos que confluyen ahí por la Plaza de la Constitución ?también llamada Plaza de los Berrinches y de la Anarquía-, tienen buen cuidado de no hablar de eventuales relaciones diplomáticas y comerciales con los demagogos, fachendosos e histéricos extremistas que están pretendiendo en el sur, con apuntalamiento aun de lejanas tierras, construir un imperio para oponerlo al que ellos ven en el norte; tampoco tocan temas de gran fondo social, a nivel nacional, como el de la salud, entre otros de suma importancia. Ya sabemos que la atención que dan a la pobrería en los hospitales estatales deja mucho, pero mucho qué desear, y los servicios médicos y las medicinas tienen precios prohibitivos, al menos para el agobiado y de por sí relegado Juan Chapín que, por esa razón, parece estar muriendo a pausas.
El inconsecuente papá Estado ha provocado, incluso, muy serios problemas al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, porque en forma arbitraria y, si se quiere, abusiva, lo obligó, en uno de los gobiernos de las últimas hornadas, a prestar servicios médicos a los jubilados de la administración pública, pero se ha olvidado de pagar los volcanes de millones de quetzales que adeuda desde los tiempos «revolucionarios» por concepto de cuotas destinadas al financiamiento del régimen de seguridad social, que es universal.
Es hora, en pleno atardecer, de que los hombres de prensa de los diferentes medios de comunicación trabajen noticias de grueso calibre, trascendentes, al estar vis a vis con quienes tratan de entronizarse en el caserón verde-esperanza?