En momentos en que la reactivación económica mundial tambalea, varios economistas temen que los países industrializados se hundan en un largo periodo de débil crecimiento y alto desempleo, similar a la «década perdida» que sufrió Japón en los años 90.
«El riesgo de una «japonización» de nuestras economías se vuelve más claro que nunca», afirma a la AFP Philippe Trainar, profesor de la Universidad París-Dauphine.
Según este economista, «los últimos datos coyunturales muestran que habíamos sido demasiado optimistas sobre la reactivación en Estados Unidos y un poco demasiado pesimistas para Europa».
«Al final, el verdadero riesgo es el de un crecimiento muy decepcionante de una y otra parte», agrega.
El fantasma de Japón sobrevuela los economías europea y norteamericana.
A principios de los «90, el estallido de una burbuja financiera e inmobiliaria había hundido a la segunda potencia económica mundial en la deflación, una espiral de baja de precios y salarios que dio lugar, durante diez años, a un magro crecimiento de una media del 1%.
«La experiencia japonesa demuestra que el desendeudamiento es un proceso muy lento y que las medidas de apoyo presupuestario y monetario no alcanzarán para acelerar la reactivación», explica el economista Francesco Giavazzi, de la Universidad Bocconi de Milán.
En un reciente estudio, la economista universitaria norteamericana Carmen Reinhart analiza varias crisis financieras del pasado y saca una conclusión: el crecimiento tiene problemas para renacer en aquellos países en los que el endeudamiento privado y público es muy elevado.
«Las probabilidades de que las economías norteamericana y europea progresen muy lentamente durante la próxima década son muy elevadas», afirma a la AFP esta economista de la Universidad de Maryland.
Según Reinhart, «también es muy probable que Estados Unidos viva siete o diez años de desempleado muy elevado».
Para estos economistas el problema es la falta de visibilidad y de confianza en el futuro, que empuja a los hogares a cuidar su consumo y ahorrar, especialmente cuando están muy endeudados. Esto hace que la tan fundamental demanda interna esté ausente a la hora de relanzar la maquinaria económica.
Falta saber aún si la actual fragilidad se convierte en verdadera deflación, una cuestión que es objeto de debate.
Estados Unidos está más cerca que nunca de una deflación «a la japonesa», advirtió a fines de julio uno de los responsable de la Reserva Federal norteamericana (Fed), James Bullard.
En un discurso pronunciado a fines de agosto, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, insistió en la determinación del banco central norteamericano de impedir una deflación, a pesar de juzgar a esa posibilidad de «débil».
«Señales de debilidad económica y/o de desaceleración de la inflación en los próximos meses aumentarían los riesgos percibidos de deflación», lo que provocaría una reacción de la Fed, estiman los economistas de Goldman Sachs.
Para otros, como Francesco Giavazzi o Philippe Trainar, las economías occidentales corren el riesgo más bien de conocer una inflación muy débil durante un largo periodo.