Lo inconcebible e ingrato de la polí­tica


Con un margen escaso tras una Ley Electoral amañada a conveniencia Daniel Ortega ganó las elecciones en Nicaragua. El dicho «no me defiendas compadre» volvió a funcionar, el padrinazgo aparente o real del Departamento de Estado al candidato Eduardo Montealegre, segundo en votación después de Ortega, le impidió ganar. Como escribí­a dí­as atrás, a propósito de la elección al Consejo de Seguridad de la ONU, la sola mención de ser del agrado de la Casa Blanca ayuda a perder una elección.

Mario Castejón

La sombra del Departamento de Estado detrás de Montealegre, favoreció a Ortega para pesar de Nicaragua, porque entre uno y otro hay un océano de diferencia en cuanto a capacidad señorí­o y una trayectoria limpia que posee Montealegre, contrario a Ortega quien ensoberbecido siendo Presidente no supo qué hacer con el poder en la mano. Si se hubiera ido a una segunda vuelta Ortega no serí­a el Presidente electo; si en esta primera ronda José Rizo en tercer lugar en las encuestas hubiese apoyado a Montealegre, Nicaragua se hubiera salvado de un Gobierno indeseable.

Ortega después de tres campañas fallidas supo aprovechar la imagen sandinista antinorteamericana, en momentos en que más que nunca la reputación del Tí­o Sam en el tercer mundo está por los suelos. También abonó a su favor el que los tres Gobiernos anteriores de corte liberal apoyados por el Departamento de Estado no llenaron las expectativas de las mayorí­as, además que ninguno de los tres, la señora de Chamorro, Alemán y el señor Bolaños no ejercieron un fuerte liderazgo en el Paí­s como para pedir paciencia al pueblo en espera de los resultados de sus medidas económicas. En última hora se supo que el presidente Hugo Chávez de Venezuela entrego a las alcaldí­as sandinistas a precios «preferenciales» 800 mil galones de diésel que fueron utilizados para ganar votos.

La señora Violeta de Chamorro viene siendo la mejor parada de los tres ex Presidentes después de haber gobernado con una especie de maternalismo del club de la olla y la sartén desconcertando a veces a propios y ajenos con sus salidas. Debe conocer bien la biografí­a de Golda Meir de quien pudo haber aprendido dotes de estadista y algo más. La señora Meir acostumbraba a servir el café y bocadillos personalmente a sus invitados cuando era primer ministro. El ex Presidente Alemán terminó en la cárcel por corrupto y el actual presidente Enrique Bolaños encontró al paí­s en caos y tuvo que dedicar tiempo y esfuerzo para lidiar con el desastre que le dejaron Alemán y su gente, sin embargo los tres derrotaron en las urnas a Ortega.

En la noticia internacional vi a Edén Pastora desde su avioneta particular con un megáfono dirigiéndose al pueblo en el interior. Me recordó que hice lo mismo volando sobre la costa sur en una avioneta rentada pidiendo sacar a los diputados corruptos, llamados «depurables» durante el gobierno de Ramiro de León en 1993. Por cierto el Congreso actual no deja mucho que desear de aquel que fue depurado, veremos si los electores se deciden a respaldar a personas que quieran terminar con el desastre que han representado las dos últimas legislaturas.

A Edén Pastora el Comandante Cero, lo recuerdo con simpatí­a desde que tomó por asalto el Congreso durante la dictadura de Somoza Debayle. Luego se perdió en la euforia del triunfo sandinista, aceptó un viceministerio y al poco tiempo renunció para organizar el Frente Sur contra el Gobierno de Ortega, luchó en el área del Rí­o San Juan vecino a Costa Rica. Siempre creí­ que si Pastora hubiera estado al frente de la Resistencia Nicaragí¼ense en el frente norte con el apoyo que ésta recibí­a de la Casa Blanca, hubiera sacado a Ortega.

Cuando en mayo de 1986 Edén se entregó a las autoridades de Costa Rica, hice viaje a la prisión de Cartago vecino a San Jesé para instarlo a mantenerse en la lucha. El dí­a que llegué a verlo estaba con él don Jesé Figueres y tuvimos una sabrosa conversación mojada con unas copitas de Amaretto que el ex Presidente llevaba.

Pastora no quiso volver a la lucha y amargamente me relató que él sabí­a que la CIA habí­a montado el atentado dinamitero en «la Penca», donde un periodista resultó muerto y él salió mal herido; nunca he podido saber si fue cierto o no, algún dí­a se sabrá con eso de la desclasificación de documentos. Pastora es un hombre popular en Nicaragua pero su momento pasó hace 20 años, ya en esta elección estaba tarde, como dice el Eclesiastés: todas las cosas tienen su tiempo y todo lo que pasa debajo del sol tiene su hora.