Nadie discute que se necesitan recursos para poder atender los inmensos problemas que aquejan al país. Es muy cierto que entre más dinero entre a las arcas nacionales más podrá invertirse en seguridad, salud, educación, infraestructura y mil cosas más. Pero para cualquier persona, entidad o para el mismo Estado lo más importante no es tener dinero, sino cómo lo maneja, porque bien podrían elevarse los impuestos al 40 por ciento del ingreso per cápita de los guatemaltecos, pero si es mal administrado, como hasta la fecha se ha venido haciendo, las mismas dificultades seguiríamos pasando.
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Gracias a Dios el gobierno de Colom está terminando porque si hubiera durado unos meses más seguramente nos hubiera dejado totalmente en bancarrota, ya que por la presión popular no se le dio un centavo más para sus “programas sociales†los que, a todos consta, solo sirvieron de fachada para que su ex esposa pudiera realizar la campaña electoral más larga de la historia de Guatemala al punto, que pudo heredar al candidato perdedor de la segunda vuelta el poder regalar láminas y bolsas solidarias con el dinero que mejor hubiera sido puesto a la disposición de tantas víctimas de los desastres naturales que todavía siguen a la intemperie.
En nuestro país, lo que no hace el presidente electo en los primeros meses de su mandato nunca ha logrado hacerlo después, por lo que creo que el General Otto Pérez Molina debiera entrar, tijera en mano, recortando tanto gasto superfluo y derroche del Estado. El Congreso debiera presupuestar la mitad de lo gastó el año pasado; el Ejecutivo por parejo debiera recortar burocracia, gastos de viaje y viáticos; en los tres Organismos y en las dependencias autónomas y descentralizadas debiera eliminarse todo gasto superfluo, lo que ha hecho que hasta empleados de menor jerarquía disfruten los 365 días del año de tremenda camioneta, como que el más improductivo servidor público perciba estratosféricos salarios.
Entiendan por favor que “la Virgen no está para tafetanesâ€, que debiera implementarse una rígida y eficaz austeridad. La mentada reforma fiscal si no es integral no será efectiva, por ello los impuestos debieran generalizarse de manera eficaz y ordenada dejando de castigar a un solo sector y finalmente, tal como dijera atinadamente Oscar Clemente Marroquín en su columna del pasado martes 8 de noviembre en Diario La Hora, se redujera del presupuesto del 2012 la parte alícuota de los trinquetes.
Al contrabando debiera combatirse igual que al narcotráfico, porque no hay lugar en donde no se vea la saturación de mercadería que no paga un centavo de impuestos, lo que ha servido para proliferar el surgimiento de tanto nuevo rico a costillas del pueblo. Por favor, comprendan que estamos cansados de oír tanto palabrerío barato. Estamos ansiosos de ver hechos y no más palabras. Compréndanos, estamos hasta el copete de tanta demagogia.