Lo importante es que dejen de robar


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Finalmente la trasnochada idea presidencial de “intervenir las aduanas” concluyó con que nunca se consultó su legalidad a la Corte de Constitucionalidad, por lo que no quedó otro camino que hacer el show de enviar a 5 de ellas 400 policías civiles acompañados de 650 militares para dar el golpe de efecto de un trabajo eficaz para combatir el contrabando, olvidando que no es lo mismo vigilar que transparentar sus operaciones para evitar que se le siga robando al fisco.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt


Sigo teniendo la impresión que al general Pérez Molina no tiene quien le escriba o al menos lo puedan asesorar u orientar en aquellos asuntos que él desconoce. Cualquier mandatario es susceptible de cometer errores, pues no es obligatorio que para ser presidente tenga que saber de todo. Pero lo que sí es indispensable es rodearse de buena gente, queriendo decir con ello, que los colaboradores sean honestos, honrados, capaces y con la experiencia necesaria en el trabajo requerido.

Las aduanas no son lugares para poner trabas u obstáculos y así evitar las defraudaciones, al contrario hay que hacer las operaciones más fáciles, más expeditas, más cristalinas para evitar que los enredos permitan ensartar las uñas a quienes las tienen largas. Es cuestión de técnicas y no de pistolas al cinto, de implementación de métodos y sistemas inteligentes que en Europa o en los Estados Unidos son útiles para que nadie evada sus obligaciones. Naturalmente ellos también tienen problemas, pero el presidente con solo aprovechar un viaje a Miami podría comprobar que allá no se vende gasolina de contrabando en sus calles, tal y como sí se hace en el Puerto de San José, solo para citar un ejemplo.

Los buenos y exitosos resultados de un período presidencial no se logran haciendo publicar fotografías recibiendo distinciones o copas, como tampoco congratularse por estar el país en el 79º lugar para venir a hacer negocios a nuestro país. No ¡qué va! Los únicos términos que gustan y satisfacen a los inversionistas son aquellos que demuestran que la administración pública es honesta, es la primera que cumple con las leyes del país, es transparente, eficiente y sin la corrupción que triste y lamentablemente heredó el presidente Pérez Molina, la que en vez de reducirla ha empeorado.

Para decirlo en palabras más sencillas, lo que realmente importa a propios y extraños es que se deje de robar. Desde el pícaro empresario que para hacerse millonario no se tienta el alma para corromper a los servidores públicos que sin ética y moral se prestan para todo, pasando por el que sabiendo que con dinero entre la bolsa y con la pérdida de valores y principios en nuestra sociedad cualquier cosa por difícil que sea es posible de lograr en Guatemala y para colmo, que a través del tiempo los gobiernos se fueron transformando en una cueva de ladrones.