Lo esencialmente importante


«Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.» Antoine de Saint-Exupéry

Lic. Carlos Escobedo

La distancia ha sido dura, los momentos de por medio, los minutos muertos sin tu presencia, la incertidumbre, la aflicción, lo cierto es que con el tiempo he aprendido a amarte mas, Ily y así­ será por siempre.

He decidido iniciar mi aporte esta semana de una manera poética si así­ lo quiere ver, para intentar realizar una aproximación ante la problemática personal que nos aflige como individuos, como ciudadanos. Cierto es que nuestras finanzas, la salud, los desequilibrios emocionales o sentimentales, la violencia, la ausencia de un ser querido, el alto costo de la vida, el precio de los combustibles, la problemática nacional, la antorcha olí­mpica y su recorrido escabroso, nos satura y nos obliga necesariamente a realizar un alto en el camino para permitirse por unos instantes interiorizar en lo más recóndito de nuestro ser y justipreciar lo esencial, para volver a enamorarse de uno mismo, para apartarse un minuto del camino, del bullicio cotidiano y reflexionar con el corazón en la mano sobre lo verdaderamente importante de la vida. ¿Qué es en esencia lo realmente importante?

La vorágine de la aceleración mundial y la mundialización ha traí­do consigo entre otros lo que muchos han dado por llamar la deshumanización, al punto que el hombre en la era de la información se encuentra cada vez más informado, pero paradójicamente más despersonalizado (no digo más aislado). La llegada del Internet propició la apertura de la información, surgió la cultura del «copy paste» y del «http», se establecieron nuevos códigos de ética implí­citos para el manejo de la información y surgió la interrogante ¿Cómo regular el libre mercado de la información? ¿Hasta donde se ponen los limites?

La despersonalización a la que me refiero se encuentra vinculada al proceso cognitivo de procesar ideas, de analizar información, no solamente leerlas o memorizarlas de acuerdo a los intereses particulares. Permí­tame extenderme un poco más sobre esta hipótesis.

Desde el cable, pasando por la fibra óptica y wireless, hasta la transmisión de la información por láser (que según tengo entendido se encuentra en fase experimental) el hombre ávido de información (que genera poder de decisión), de un polí­tico, de un empresario, de un estudiante, se toman ahora en segundos, la bolsa de valores de NY se encuentra conectada con las europeas y éstas a su vez con las asiáticas, en esta dinámica la economí­a mundial y las decisiones que derivan en una inciden en la otra en cuestión de minutos, quizás de segundos.

Al gentil lector que ha seguido mis columnas de un tiempo atrás se habrá dado cuenta que en cada una de ellas he buscado generar análisis y prospectiva para la generación de teorí­a que nos ayude a entender de mejor forma que está pasando y porque está pasando, mi intención entonces ha sido la de acompañar junto un proceso de humanización de la información al punto que le permita interiorizarla, procesarla y descifrar acontecimientos a los que se refiere el conflictologo Vicenc Fií§as «como un desorden natural», es decir la pretendida y extraña idea de que el conflicto y la injusticia responde a un estado natural de cosas, algo dado.

Desde el momento que se posee la capacidad de ver, de escuchar, de analizar, se posee la libertad para actuar, surge la realización del individuo y su incidencia en el entorno que le rodea.

Hoy he querido intencionalmente hacer un alto en el camino para explicar que solamente a la luz del propio criterio que forja desde el riguroso análisis, seremos capaces de descifrar lo realmente importante y que la información que fluye constantemente no nos agobie y nos despersonalice, sino por el contrario nos otorgue las herramientas para encontrar la verdadera satisfacción de sentirnos hombres libres con capacidad de cuestionar y de actuar.

La respuesta a lo verdaderamente importante sigue siendo suya y que lo que sucede en el Tí­bet, China, España, Estados Unidos, Irán, Italia, Colombia, Guatemala, etc., no nos aparte del camino de la realización plena.

Politólogo con orientación en Relaciones Internacionales y estudios de postgrado en Polí­tica y Derecho Internacional.